No me gustan las rejas, repudio a los alambrados y a los cercos electrificados, declaro mi total desprecio a los alambres de púas y a los vidrios rotos puestos de punta sobre los muros divisorios, trato de provocarme náuseas para dejar expresa mi total desagrado a los vidrios blindados, me indignan los grandes portales con barreras y los muros medievales hechos con ladrillos comunes. Me rehúso, no quiero que todos esos elementos de tortura sigan persiguiéndome, no quiero ser un canario encerrado en jaulas de rejas automáticas para conservar mis plumas, para que si ya no puedo volar. No quiero ser un ratón que yira por su entorno encerrado con alambres, me rehúso a vivir tras los cercos electrificados para que no me coma el lobo. No quiero ser un soldado que sobrevive a los ataques y pone trampas para osos con alambres de púas que me laceran las manos y me sangran el corazón, no soy quien para obsequiarle a mi dios ofrendas de culos de botellas atentando a quien pudiera caer del cielo. A quien se le ocurre que podría sentirme naturalmente vivo entre vidrios antibalas, acaso nunca le preguntaron a un pececito barrefondo. que conformista aquel que se cree libre dentro de un barrio cerrado con monitores que rastrean todo su perímetro guardias que recorren las 24 horas su mínima porción de seguridad y que duermen sin frazada importándoles un comino el mundo y la vida a extramuros.