La libertad golpea mi alma
cortando todas las ataduras,
la serenidad primera
perdida en la torturante deslealtad,
no es más que hollín
que vuela a la primera brisa.

Porqué un día
permitiste entrar las aguas que bañan metales
y quedar sujeto a las tormentas del dolor,
vagando a la deriva
naufrago en medio de sueños
y primaveras en flor.

Solo y triste en el insondable vacío
de las angustias que corren como ríos.

En donde estabas Víctor,
que siento que la historia se vuelve hacia mí
trayéndome océanos inconformes,
que golpean sus olas sobre playas
que ya perdieron sus arenas.

Mírate… morirás
en medio de cientos de barcos fantasmas,
con un canto ausente de sirenas
por el cual hubieras dado tus manos
en ofrendas para acariciar su amor.

Morirás sin la luz que ilumina la noche,
sin su llanura que rompe el horizonte.

Te perderás eternamente
cayendo al precipicio de sus ojos,
enraizado en tu mirada
y enloqueciendo en las ausencias
que retumban tus edades.

Mírate… Victor
a través de los cristales rotos,
por entre tus mares desolados
que caen desde tu infancia
como cataratas trizadas,
como lágrimas en risa
a través de un abismo silencioso.

Quizás ya todo haya terminado
y el mar despiadado
esta anunciando la inevitable partida.

Quizás otros corazones te aguardan
en algún puerto cubierto de niebla,
mientras tu barco se hunde
quemando sus últimas luces
en aguas que apaciguan las penas.

Estás solo
y el cielo esta lleno de estrellas,
la marea vendrá envuelta en golondrinas,
mientras te despides sacudiendo tus manos
y limpiando tu cara de los últimos despojos,
para recibir con nuevos ojos
el alba que despunta tras la inocencia.