| Nunca acostumbro a escribir de madrugada,pero algo invade mi mente,
 algo termina mi calma,
 es el tiempo,
 el tiempo que corre rápido,
 el tiempo que se lleva a mis seres queridos,
 el tiempo que nos envejece cada día,
 el tiempo que no me deja controlarlo
 y, en cambio, él me controla
 y me dice cuando despertar,
 qué debo hacer, qué debo decir, qué debo lograr,
 el tiempo que me dice a qué hora dormir,
 qué pensar, por qué despertar y por qué luchar.
 
 El tiempo que vuela sin tener alas,
 sin tener mente, sin tener alma.
 Y cuando quiero detenerlo para alcanzar a hacer todo lo que quiero,
 me gana, agotándome y apagándome como si nada importara.
 
 Y eso lo convierte en el dueño de la vida,
 en el dueño de cada segundo que pasa.
 
 Y por ahí dicen que el tiempo me sobra
 mientras yo me quejo de cuanto me falta,
 otros se quejan por ahí de lo corto del día,
 de la fugaz noche,
 y otros dicen que tienen tiempo para todo,
 otros dicen que no tienen tiempo para nada.
 
 Y qué hay del destino me pregunto yo,
 qué hay del orden natural,
 por qué tener una rutina,
 por qué simplemente no romper lo relojes
 y convertir cada atardecer en amanecer?
 |