Infiel, esa palabra me ronda la cabeza, supongo que lo soy, pero ¿qué es infiel? Yo no lo amo, por lo tanto mi corazón es libre para amar a quien se le ocurra.
Le dije muchas veces que el matrimonio no era para mí, que el esperar un hijo no era motivo para casarse, tanto insistió que me dejé llevar. La maternidad no era mi fin último pero lo asumí.
Teresa mi mejor amiga, nos invitó a su casa un día y fui sola, Pedro tenía turno. Partí decidida a pasar un rato entretenido. Este es Franco, me dijo al oído Teresa “preguntó quién eras tú, te vio llegar el día de mi cumpleaños” sentí que mis piernas flaqueaban, que me desmayaba, disimulé y busqué el lugar más lejos de ese personaje, pero él se las arreglaba para estar a mi lado, su risa me cautivaba, sus ojos, su cuerpo, era casi prohibitivo seguir allí. Teresa me duele la cabeza me voy casa, ¿ese Franco te hizo algo? Me dijo con risa burlona, nada que ver le contesté, simpático tu vecino.
Caminaba un día hacia la casa con mi hijo Joaquín, un auto se paró a mi lado, era Franco, me invitó a un asado, me negué y tomé al niño en brazo, apuré el paso. No paré hasta llegar a casa, sentía que me iba a desmayar, cerré las cortinas acosté al niño temprano, me sentía acosada.
El sábado Pedro se fue todo el día donde sus papás con el niño, la verdad ya no salimos juntos pues me aburre soberanamente Decidí ir al cine, al abrir la puerta quedé paralizada, en la reja del antejardín estaba Franco, hola me dijo, vine a buscarte, te invito un trago. Voy al cine, sube me dijo abriendo la puerta del auto. Franco ¿ no sabes que soy casada? Si lo sé y no me importa, vamos sube iremos a tomar un trago, pero a mi casa. Subí, mi casa, mi hijo, Pedro, todo sigue igual, sólo que ahora yo soy una mujer infielmente feliz.
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