Dentro y fuera de nuestros propios universos individuales, donde sentirnos deprimidos lo vuelve todo deprimente y estar felices lo torna todo de azul o rosa, los demás son seres adyacentes, transitorios en nuestros propios caminos, en mayor grado o menor medida todos se convierten en "los demás".

Los individos tienen sus propios universos, donde son centros indisolubles de sus propias consecuencias, y todos los demás pasan a segundo término, a un plano de interrelaciones indispensables en la convivencia colectiva, lo que a su vez nos da la pauta que nos hace reconocernos como individuos, siempre en función de los demás y de la memoria que albergamos de nosotros mismos.

Todos somos seres adyacentes para los demás, transitorios para todos, menos para nosotros mismos, pero quienes se involucran en nuestros universos, dejan su marca indeleble en nuestro comportamiento futuro en la medida que los volvemos recuerdos y con sólo pensarlo, reproducimos algún sistema con el cual nos podemos sentir identificados como producto de nuestra imperiosa necesidad de pertenencia.

Todos formamos parte de un universo mayor, de una comunidad como ésta con sus gethos y subgrupos, donde además de ser todos cuenteros, hay quienes se caracterizan por preferir tal o cual estilo, lo que hace que visitemos a los que comparten nuestros gustos literarios, comportamientos o puntos de vista, independientemente si de poder conocernos personalmente pudiesemos llegar a establecer relaciones interpersonales más allá de las habituales relaciones de conveniencia que se forman entre los conocidos que comparten circunstancias homólogas en el mundo laboral, escolar o el entorno familiar, porque a estos últimos, no les elegimos ni seleccionamos.

Esta es una reflexión que no lleva hacia ninguna gran respuesta, ni busca encontrar el hilo negro de las relaciones interpersonales y la trascendencia de las mismas en el entorno colectivo, para llegar a descubrír el por qué somos seres que vivimos en colectividad, cuando intentamos fallidamente mantenernos al margen de la imitación en busca del sentido de autenticidad que creemos definirá nuestra personalidad, porque de una u otra manera necesitamos identificarnos con alguien, ser vistos, leidos, aconsejados, escuchados, y en la medida de nuestras remotas posibilidades, comprendidos, por eso estamos aquí, leyendo y escribiendo lo que está ante sus ojos.