Me encerraron en un cuarto pequeño. El mismo contaba con 4 paredes revocadas y con un clasico olor a humedad y encierro, el techo era bajo, llegaba a él con estirar mi mano, una silla de maadera y una mesa de madera. Sobre la misma habia una resma de papel amarillento y húmedo, un par de plumas de diferentes colores, una vela eterna (de esas que todos sabemos que se venden en los suburbios de la plaza de la estacion central de trenes) que era mi única fuente de calor, inspración y, hasta cierto punto, vida.
Mis ropas ya no estaban conmigo, pero no me sentia con una desnudez, me sentia puro, pacifico, tranquilo, sereno, relajado.....simple.
Con esa simpleza, con esa pureza y con todos mis miedos sobre la mesa paso a transcribir cada uno de mis miedos, paso a matar a cada uno de mis miedos, paso....a reflejarlos para enfrentarlos y crecer. |