De variados incidentes
he sacado la siguiente conclusión:
soy honrado.
La puerta trasera
del autobús que abordé
me lo demostró,
subí y le mandé mi pasaje
al conductor.
Luego le compré
una peineta a un ciego
y le pagué exactamente
lo que me cobraba,
soy honrado.
Más tarde, le entregué
una chaleca a una señora
que la había olvidado
en un banco de la plaza,
la doña me dio las gracias
y en sus ojos yo leía:
es usted muy honrado,
soy honrado , soy honrado,
nadie me debe temer,
no sueño con convertirme
en el hombre invisible
y saquear los bancos
a destajo, basta de cerraduras,
candados y vigilancia,
el dinero ajeno es la evidencia
de que soy honrado.
Ayer un opulento señor
extravió su billetera
la misma que tengo hoy
en mis manos
reviso su contenido,
cuento: mil pesos
soy honrado,
siete mil pesos,
que gran oportunidad
de demostrar mi bonhomía
¡Dieciocho mil pesos!
¡Eureka!
El señor se llama
Pablo Irarrázabal,
Es ingeniero industrial
¡Cuarenta mil!
¡Cuarenta y cinco mil!
¡Cincuenta mil pesos!
Si, soy demasiado honrado,
como prueba de ello
mañana mismo le haré llegar
al señor de marras
su hermosa billetera
de cuero de cocodrilo
y su cédula de identidad,
lo prometo…
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