…La corriente de aire tibio lo sorprendió, incluso el aroma sabía diferente.
Unos quince metros lo separaban del mostrador, donde una azafata lo atendería y delegaría al personal especializado.
Había escuchado historias sorprendentes acerca del trabajo y los requisitos de ingreso, pero supuso que todo eso eran puras charlatanerías.
Una entrevistadora bien parecida y de carácter lo atendió.
-Como usted bien sabe, si aprueba el examen correspondiente automáticamente pasará a formar parte de nuestra corporación, y cuando digo pasara a formar parte, no lo digo en sentido figurado -
-¡Claro! entiendo perfectamente, asintió el postulante.
-Muy bien: acompáñeme por acá.
Tomaron el elevador que los depositaría en el tercer subsuelo, el viaje no duró más de tres segundos.
-Bien, asintió la mujer, es aquí.
El candidato descendió del ascensor e ingresó a un habitáculo en forma de burbuja. En el centro de la misma se hallaba un perfecto cubo de plasma conectado a unos tubos de plástico. Sobre el frente, como a unos dos metros parecía haber una puerta. Una voz femenina, plana y sin sentimientos indicó: desvístase. El hombre hizo lo que se le dijo dejando sus ropas en el piso, e inmediatamente un reflejo de luz colorada escaneó su cuerpo desde arriba hacia abajo.
Se sentó sobre el cubo a esperar, pues pensó: alguien debería aparecer en unos instantes.
Las luces blancas empotradas en el techo daban un aspecto espacial al conjunto arquitectónico.
Un zumbido casi silencioso se hizo presente. Luego el hálito verde empezó a inundar el espacio. No reparó en el, solo se limito a soñar con su nuevo puesto. Cerró los ojos y se vio sentado en su nuevo escritorio.
Fue desvaneciéndose lentamente, hasta que, en el momento de relajación corporal máxima inexplicablemente la tapa del cubo donde se hallaba sentado se desintegro y el cuerpo quedó sumergido en el continente.
La emanación comenzó a surtir efecto. La transformación empezó.
Paulatinamente sus líquidos corporales fueron abandonando el cuerpo. El gas ingresó en su estructura, modificando cualquier rasgo natural. Sin enterarse del cambio, el postulante prosiguió sumido en su sueño acogedor. Gradualmente fue transformándose en un cerebro inmerso en un conjunto de líquidos proteicos.
El efecto anestesia del éter, solo le permitió tener conciencia del deseo que lo condujo a esa situación. El recipiente fue achicándose hasta adoptar la forma cúbica óptima de ladrillo.
Una vez adoquinado, un brazo mecánico aparecido desde la cúpula del globo, lo levantó y lo depositó sobre un montacargas que se dirigió hacia el piso cincuenta y dos , donde se construía una nueva oficina para el nuevo responsable de negocios de la corporación.
Allí, una mujer vestida de rojo intenso y pelo recogido, se hallaba sentada frente a un escritorio de acero y fórmica negra.
La asistente descolgó el teléfono y con la punta de la uña del dedo índice marco un número.
Al instante inicio una conversación con alguien.
-Sr. Miller, solo nos falta un ladrillo más y terminaremos con su panel inteligente. Probablemente en unos días, inaugurará su nueva oficina….
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