Eran casi las diez, así que me desperté, no llamo esa mañana, por lo menos no a las diez como siempre... así que tuve mas tiempo para pensarlo: eran El, los dos eran la misma persona. Di un par de vueltas en la cama intentando dejarlo atrás, pero no lo conseguí. Ya eran mas de las once. No tenia nada que hacer hasta mañana a la una y media, y ni eso era importante. Ahora estábamos en Ámsterdam, ya era la 3º vez, y me estaba saliendo mucho mejor que todas las anteriores, no quería dramatizar el asunto así que todavía me reía, no salía, no hacia nada, pero mantenía la alegría para que nadie se entere, para que El no se entere. No había mas nadie. Tenía 25 años, y nada mas que eso, acababa de darme cuenta de que ya no nos queríamos. Toda mi vida no tenía sentido, salvo alquien, que con un nombre tan vulgar y una vida tan errante como la mía, no era nadie.

No escribió, ni llamo, ni vino mas nadie, el vacío era cada vez mas grande y el espacio que ocupaba mas chico, la presión insoportable, pero nadie sabia nada, por supuesto, de todo eso, había dejado hasta de fumar cualquier cosa, nada calmaba la culpa, la indecisión, la inestabilidad, la poca cosa de no hacer nada.
No parecía un estado de animo, no se si todo ser humano pasa por eso alguna vez, pero es una sensación definitivamente inexplicable, algo así como la antesis del amor, pero no es odio, ni depresión, no es nada, es mejor no estar vivo para vivir algo como esto. No sé si durante el tiempo que duro, que no fue poco, nadie nunca gritó, todo parecía estar en voz baja y la luz tenue, pero sobre todo: el silencio, que llena al vacío mejor que la oscuridad. Una idea imposible, un futuro mas que incierto, un presente en cámara lenta que parecía no terminaría jamás. Y todo sola. Yo no se si el dormía para no estar conmigo, ni si se aburría tanto como yo. De cualquier manera no me entendía, trataba de no hacer nada que pudiera lastimarme, trataba de no romperme, por que creo que sabia lo que iba a encontrar si me quebraba. No entendía como podía aguantarme todavía. Y sin embargo lo hacia de una manera sutil y me mantenía entera. Se escapaba lo mas que podía, se mantenía lejos y eso me aliviaba, saber que no tenía que fingir y a la vez saber que estaba presente, era lo justo y necesario.