Aquel encuentro de dos otoñales se asemejaba al de dos adolescentes.
Con risas, abrazos, besos, esquivando charcos de agua, deteniéndose cada veinte pasos para prolongar el beso anterior que no había finalizado, todo era observado por los transeúntes que pasaban a sus lados.
-¿Por qué nos miran?- se preguntaban, -sólo somos un hombre y una mujer que se abrazan y se besan-
No veían otros ojos que no fueran los del él y los de ella, ¿lo demás?, no existía.
El brazo de ella rodeaba la cintura de él horizontal a su hombro. El brazo de él se mantenía inclinado sobre el hombro derecho de ella.
Parecían dos desquiciados que habían huido de un hospital para enfermos mentales, o de una cárcel que momentos antes les habían otorgado la libertad.
Miraban el cielo asombrados como la vez primera. Eran dos niños que jugaban con sus cuerpos, con la suavidad de la piel del otro, con sus ropas, con sus cabellos......
Y siguieron caminando sin saber hacia dónde, besándose repetidas veces.
Llegaron por fin a la orilla del río, estaban impactados con el atardecer y en silencio, se acariciaban, ahora con un modo diferente, como el amor de un padre con su hija y de una madre con su hijo.
El día anocheció y los abandonó, pero la luna se hizo presente para permitir que siguieran mirándose a los ojos.
Cada uno hablaba sobre lo que decía el otro, se robaban las palabras, los besos, las caricias, los recuerdos de la niñez, la adolescencia, la adultez,¡eran muchos los temas!.........
- ¿Qué importa cuántos años tengamos, verdad?-.
La noche los fue envolviendo y ellos seguían acurrucados.
El murmullo del agua acariciaba las piedras del malecón, después se acompasaba con los saltos repetidos para no hundir los pies en las pequeñas lagunas del piso de tierra....
¿Pasión?, ¿amor?, ¿deseo?, ¿enamoramiento?, ¿soledad?, ¿necesidad del otro?, ¿adolescencia?, ¿juego del amor?....
¡¡Qué importa saberlo!!.....
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