Cazadores de miradas
Entre los cazadores todos nos conocemos. Los ojos son la diana hacia la que orientamos la red que cada uno de nosotros sitúa allá donde los ojos pasan más cargados de miradas. Cazarlas no es difícil, nuestro aspecto llama su atención, los ojos se vuelven hacia nosotros, apenas un instante y sus miradas quedan atrapadas en la red.
Al llegar a nuestro refugio cerramos todas las salidas y abrimos la red para que las miradas puedan salir de su encierro. Las hay duras, agresivas, evasivas y culpables; También traidoras, demoledoras y hostiles. Nunca caen en la red las dulces ni plácidas, ni las cariñosas, ni las complacientes. Estas las tenemos en la caja de la vida a la que llegan por voluntad propia cuando necesitamos su ayuda. Cuando abrimos la red también se abre la caja y de ella salen las miradas de niño, de enamorados de comprensión, de solidaridad, de vida. Vuelan junto a las miradas de la red y apaciguan su tensión, las cuidan, dibujan y limpian durante un buen rato. Luego abrimos las ventanas y todas las miradas, mezcladas en un antes, limpias todas ahora, vuelan hacia los ojos que las dibujaron y que esperan sedientos poderse humedecer de sentimiento, de pasión, de vida.
Manuel Armayones Ruiz
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