Cuando Inés decidió especializarse en periodismo deportivo y sobre todo en boxeo, le advirtieron que difícilmente consiguiera alguna nota. Por eso, nunca pensó que esa noche de noviembre, lluviosa y húmeda, la mandarían a cubrir la pelea Lagos-Elortondo porque su colega Ferrari se había accidentado con el auto.

Llegó justo para ver cómo ganaba Lagos en tres rounds. Contundente e implacable.

Después la hicieron pasar al vestuario para la exclusiva. Al mirarla, el boxeador echó a todos: “Segundos afuera, vamos” y en el aire destellaron algunas chispas.

- Te miré y me pusiste contra las cuerdas –dijo Lagos y se acercó.
- Ese fue un golpe bajo –contestó la periodista.
- En lo único que puedo pensar ahora es en un combate cuerpo a cuerpo y dejarte “groggy” –él se acercó más.
- No vas a lograr que tire la toalla.
- Yo no pienso colgar los guantes –cada vez más cerca.

Lagos bajó la guardia y un certero rodillazo lo dejó en la lona. Inés se inclinó, lo besó y le dijo:
-Con las mujeres conviene tener más cintura.