EL NIÑO QUE NO LLEGA
Así, infértil
soy la consecuencia
de tu enorme falta.
El hueco vacío de mi vientre se agita,
alunado y loco en la espera
del niño que no llega.
Y creo sentir un corazón que late,
unos deditos que tamborilean mis entrañas.
Pero son solamente las ganas.
Así desolados,
están los brazos de cuna que te esperan,
tejiendo cada noche con hilos de esperanza,
meciéndote en la luna
y cantándote en el sueño,
pintando con estrellas,
tu celeste cobijo.
Así, etéreo,
es el cordón que me une a tu alma,
de cristal roto,
de puerta cerrada.
Nido porfiado en ausencias,
omisión de vida en proceso.
Así, estéril,
tengo el alma si despierto.
Prefiero mantenerme viva en el sueño,
mirando tus ojitos,
tocando tus manos,
besando el punto
de tu nariz perfecta,
rozando con mis yemas
tu pelito escaso,
durmiéndote en mis brazos
guardándote en mi pecho.
Así, yerma
está mi alma sin tu vida,
pasándome las horas,
contándome los días
en la inútil espera
de ver crecer este vientre
que se seca de pena
testarudo e inerte
17 septiembre 1998
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