Un día más, como cualquier otro día. Y algo pasó por mi mente, una sensación, una necesidad de comunicarme, profundamente.
En ese momento supe que ya no me servía pararme frente al espejo y observarme, y hablarme. No me servía mirar el reflejo de mis ojos, la respuesta que pretendía escucharno me valían mis lágrimas...
Sentí que quería a una persona frente a mí, una persona que sepa escucharme, que sepa interpretarme, que sepa entenderme. Quería sencillamenteuna persona y que no sea precisamente un psicoanalista. Quería entablar una conversación con alguien que hasta ese momento, solo existía en mí imaginación.
Se me presentó la oportunidad anhelada, y comenzamos un diálogo muy agradable. En el cual me sentí yo mismo y sentí ganas de mostrarme tal cual soy. Sin pretender seducir, sin intenciones de experimentar una relación amorosa, sino tratar de desnudar mi alma, tal como frente a un espejo, pero con la diferencia que esta vez estaba en la mira de otros ojos y esperando una objeción real.Buscaba exclamar mis pesares y también mis contentos, mis virtudes y también mis vicios.
Y descubrí a la persona que añoré muchos años de mi vida. La reconocí... Sinceramente sabía que algún día iba a encontrarme con esa persona. Y fue muy emocionante la plática porque ambos apreciábamos un sueño que se hacía realidad.
Tanto yo como la persona que tenía frente a mí, nos dimos cuenta que nos necesitábamos mutuamente. Y como resultado logramos algo muy especial de todo esto, nos vemos reflejados, pero no como cuando nos miramos en el espejo, sino en nuestros ojos. Yo logré ver mi vida brillar en sus ojos, y ella la suya en los míos. Es una consecuencia maravillosa que no deja de sorprendernos.
Hoy soy un adicto a sus ojos y a su mirada, como también a su compañía y a su presencia.
Hoy me miro al espejo, y puedo verla, y digo... amo a esa mujer! Y lo mejor, es que no escucho el eco de mi voz... sino, escucho a su voz que me dice que también me ama.
Hoy, un día más, pero no como cualquier otro día.
Hoy, mi espejo eres tú... |