Conserva a tus clientes,
regodéate en tu lástima,
pinta manchas de colores,
esmérate en limpiar tu casa.
Usa el disfraz de humilde,
enmascara tu soberbia,
toma el sol en el balcón,
disfruta del sillón en el trabajo.
Envidia, callada, a tus amigas
y diles lo mucho que las amas,
sutura, con mentiras, cicatrices,
y agénciate, si puedes, un amante.
Actúa el duelo por tus muertos,
continúa el curso de gimnasia,
encubre con potingues tus arrugas,
sal al patio, riega tus plantas.
Pontifica acerca de la vida,
observa marchitarse a los jazmines,
dale de comer a tus fantasmas,
garrapatea versos de pasiones.
Mira picotear a un colibrí,
date un paseo hasta la plaza,
llora a solas y en silencio,
o aprende a tejer calceta.
Toma un café con tus colegas
disfruta de tu melancolía,
abrázate a tu almohada,
o estudia chino mandarín.
Haz lo que mejor te plazca.
Pero ni siquiera lo intentes,
¿escuchas?:
No intentes lastimarme el alma
© Simon Paterson (2005) |