Es tarde ya. El cielo muestra su inmensa bóveda salpicada de miles de estrellas, pero no se cuentan tantas como los besos que nos hemos brindado; ni brillan como brillan tus ojos cuándo me miran de esta manera.

Así, con esa ternura, cuando hablamos de nuestro futuro, con esa pasión cuando, aun sin querer, rozo tu tibia piel. Ahora que te veo, tienes esa intensa mirada, me gusta; tu perfil a contraluz difuminado por el humo de tu cigarrillo, me atrae hacia a ti, con la fuerza de un imán desconocido.

Tu lo sabes, sabes de esa atracción, pero no dices nada, sigues fumando, y tus suaves labios forman una perfecta O… tan incitante, hace mas deseable tu boca… echas la cabeza atrás y exhalas en perfectas replicas de tu boca, uno… dos… tres arillos de humo perfumado con tu aliento, que una breve corriente de aire veraniego lleva hasta mi nariz.

Subes, indolente, los pies descalzos sobre la mesilla del jardín, y su contorno acaricio con mi imaginación… la mirada se desliza por la línea de tus pies, subiendo por las piernas torneadas, desnudas, cubiertas apenas por un minúsculo pantaloncillo ajustable y se pierde en aquello que te delata.

Sé, me ves de reojo, en tu mente describirás como me veo, a la luz de la luna, y desearás también que te de las buenas noches para seguirme hasta la alcoba y olvidarnos de las estrellas.

Sé que miras mi pecho agitado de la excitación que me provocas con sólo imaginar tus besos, tu mirada se detiene en el escote de mi bata mal atada que deja ver la blanca piel bajo la seda. Sin darte cuenta suspiras… ¿en que piensas amor? ¿en mis besos? ¿en mi manera de hacerte el amor?

Me ves fijamente, exhalas de nuevo y apagas el cigarrillo sobre el hierro de mi maceta favorita, ¡pero que importa! Si me tiendes tu mano y me halas hacia ti, te prendes de mi boca en un beso apasionado, que me quita al aire hasta el desmayo.

Tus pupilas dilatadas, me lo confirman, pensabas en hacerme el amor. Me tomas de la mano, y apagas el candil del jardín y sólo alumbra la luz de la luna. Me tomas en brazos, cruzamos el umbral y entre besos y caricias cerramos la puerta.

©MujerSol