Andrés le decía que todo iba a cambiar, que no lo dejara, que no lo abandonase, que él iba a cambiar.
Ella seguía con el rostro inmovil, no decía nada. Él teniendola sobre su brazo y abrazandola, continuaba diciendole, perdoname, yo no quise..., su voz quebró en un fragil llanto, y sus lágrimas cayeron sobre la joven. Ella seguía con el mismo rostro como si nada de lo que le dijiera él, la reconfortara.
Andrés le comenzo a recordar los lindos momentos que habían pasado en la costa, las veces que habían paseado por la plaza y el amor incondicional que habían tenido. Nada parecía afectarle a la joven. Andrés no sabía que hacer y comenzó a decirle que fue su culpa, que ella no debió engañarlo, que él nunca le hubiera hecho lo mismo, que él la amaba con toda su alma, que sin ella no podia vivir, que hubiera dado todo por ella, que ella era su frenesí y que vivía pensando en cosas para el futuro de los dos.
Luego un silencio....., Andrés no dijo más nada, sus manos temblaban, en la mano tenía un cuchillo teñido de rojo, ya habia sangre coagulada, Andrés ya la había matado hace un tiempo. Andrés la besaba sin parar, sabíendo que nunca más iba a poder dormir tranquilo, que un futuro tormentoso le aguardaba, que Dios nunca lo iba a perdonar, que jamás conseguiría consuelo y lo peor de todo, que nunca vería brillar de nuevo la sonrisa de su amada.
Luego le dió un beso, el último beso, el beso del adiós. Los cuervos giraban alrededor de ellos, todo había acabado. |