Claramente aparece justo en el momento menos propicio. Es casi algo no visible. Algo pernicioso. Sometido. Parte del mismo escarnio literario. Hombres sin atributos, mujeres sin atributos, momentos que se sacuden entre lo inverosímil y la nada. Estímulos, mareas rojas, encrucijadas, caminos, ¿lo dije ya? No creo haberlo dicho ya. Pero eso no tiene relevancia. El mundo es una marea verde, todos lo saben. Hasta tú, que me miras con esa cara, con esos ojos, con esos rostros y tan lejana. No se trata de pensar en lo mismo de siempre. No se trata de esperar, o someter (someter si que lo dije), más bien es todo lo contrario, es la revolución estelar, es el brillo, el vuelo de los akabis. La destrucción que hacen los akabis. Todo al revés. Siempre, todo al revés. Mecanismos autorregulatorios, plantas salvajes, vientos que mecen personas que mecen cabellos que se mecen solos. Siempre seremos sistemas autopoíeticos, siempre conoceremos la lucidez de las palabras, las ideas, las generaciones venidas a menos. Las herencias de un tiempo arcaico y medio profano. Qué se le va hacer. Algo así. Repetir los círculos, amalgamar, proteizar, somos superhéroes, por eso.
Esa es la verdad de todo, hermanos, somos superhéroes. Como Superman, Batman, Flash. Por eso no morimos nunca, ni tampoco nacemos; por eso, y sólo por eso, es que sabemos volar sin volar, una paradoja del todo apuesta, casi como si nosotros buscáramos la ambrosía de los dioses.
Así son las técnicas, los baluartes de la humanidad. Así somos nosotros, calmados con la vida, posesos, esclavos de la verdad y la ética y la correcta integración entre lo que hacemos y pensamos, y viva Ghandi, amados, viva por siempre Ghandi y Martin Luther King.