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Inicio / Cuenteros Locales / daicelot / La tela que se va empequeñeciendo lentamente mientras alguien camina pegándosele los labios al ritmo de la música y las memorias que no existen aún

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Resulta que traté con un texto sobre Cortázar y Armas Secretas. Pero no subió, así que no importa, y así aprovecho de escribir un poco para no oxidar los dedos y no pensar en los ghetto blaster y esas cosas tan impertinentes y preciosas. No vaya a ser que uno se confunda de vida y se encare los ojos solitariamente en algún rincón del universo. Como violines desafinados, algo así.

Amaneció nublado. No escribiré nada redondo. No quiero. No deseo. En la tarde hay que ir al concierto. Está nublado. Me puse extremadamente feliz cuando le brillaron los ojos, pensé en decir: "las palabras no valen nada si no se respaldan con hechos" pero no me salió. Portal Temuco es odioso. Es grande, espaciado, como una ciudad en miniatura. Tenía proyectado no conocerlo nunca, pero bueno, el mundo chupa con sus entrañas todo lo que uno avanza para atrás. Ser como J Lennon o J Cortázar no está permitido. Y no importa, qué sé yo. Felicidad de las nubes grisáceas. Música neoclásica de Mt. Zion, violines jugando como cabros chicos, dicotomía.

Si hubiera una fiesta de disfraces me disfrazaría de hippie. De neo hippie. Y me pondría una suástica en la frente a modo de cintillo amarra pelo, por la dicotomía. Lo haría y pensaría en la dualidad (toser dos veces, ser inconscuente, proclamar la paz a patadas). Hay personas muy raras. Me dio tanta rabia el otro día, cuando le pegaron al camionero los cabros de la protesta. Ellos son hippies con suásticas en las cabezas. Yo creo que es mucho más bonito que te vistas como skinhead y ayudes a las viejecitas a cruzar la calle. Muy taxi driver, ¿no? Pero el tipo de taxi driver también hubiera matado al candidato. Obviamente. Yo también mataría a Lavín, a Piñera, a Bachelet... Me gusta un rallado de Hirsch que hay cerca de la ufro, es tan feo que me encanta. Aparece un ratón mal dibujado y un mono haciendo el símbolo de la paz, muy feos, hermosos. Hippies con suásticas. Si hubiera una fiesta de disfraces iría como hippie con una suástica en la frente.

El viernes en la fiesta de disfraces las personas hacían un minuto de silencio cuando les contaba el simbolismo inspirado de Full Metal Jacket (born to kill! peace!) y los sellos de Kubrick. Me daba risa el minuto de silencio. Pero andaba bipolar así que no hacía nada por cambiar la situación. Bailé vals tres veces. Bailé vals cuando sonaba el reguetón más fuerte. Bailaba vals al compás de un ritmo medio imaginario. Primero con la Karen, hasta que chocamos contra el Osvaldo que le llenó de vino el vestido. Después con la Pola. Después con la Penélope. Se siente bien bailar vals. Los acordes de esta canción de Mt. Zion son re bellos, creo que es un contrabajo, lo tocan como un jazz lacónico muy lento y sin imaginación, desgastado, casi como culebra arrastrándose debajo del Portal Temuco y buscando con ilusión un lugar donde respirar y exhumar la última fuga. Los violines y las eléctricas hacen lo mismo. Los violines siempre son independientes al contrabajo, las guitarras no. La noche anterior se me ocurrió la idea de la suástica, después ya no la pude dejar. Conversé un buen rato con la Alejandra, vestida del Alex de la Naranja Mecánica. El inicio fue la insipiración dual en alguna idea kubrickiana; la mía media distorsionada (pero así se me antoja más versátil). Tenía hasta el bastoncito, iba toda de blanco, con botas, se puso paquete y me dejó tocárselo (al parecer la mitad de la gente se lo tocó, era inevitable), tenía la pestaña larga y los ojos bordeados de negro. El gorro negro. Hablamos un buen rato. Espero que me diga cómo le pondrá a las plantas, quedé interesado. Ahora creo que están usando un piano, notas simples, casi monkianas, con esos espasmos chicos, pero sin la locura. No, nada de locura. Acá la cosa se viste de algo que se parece a culebras arrastrándose en el Portal Temuco. En el Panini había un piano. Penélope me lo mostró, no sonaba para nada. Intenté tocar la canción que inventé hace dos años. Un acorde simple, sol-si-re en escala de sol, ocupando el fa sostenido, marcando el compás con la zurda, melodizando en tono con la derecha. No sonó. Estaba desafinado y la música estaba fuerte. Lo malo de las fiestas. Después me senté unos quince minutos para recobrar mi motricidad fina y que se me quitara un poco lo mareado. Siempre consciente sí, y conversando alegremente sobre el sentido de la existencia y la hipocresía de un mundo utópico en el que los psicólogos arreglan los problemas hurgando en lo más oscuro de la vida para resucitar emociones cáusticas y pulcramente sinceras. Vals. Nada más hermoso que bailar vals. Partes porque estás triste, después sigues porque te pones trastornado. Empiezas como Kafka y terminas como libélula que encuentra la verdad en el caos. Suásticas de flores.

Se te estiran los ojos. Eres tú, no es el alcohol o el humo que te nuble la vista. Eres tú. Sin noción de tiempo, aturdido, social, mendigo, piola, triste, bailarín de vals, feliz, extrovertido. Freak. Simple. O algo así. Quizás no.

Texto agregado el 16-11-2005, y leído por 325 visitantes. (0 votos)


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