Me miré al espejo trístemente.
Antaño lo habría hecho con grán felicidad,
pero el darme cuenta de mi error me chocó profúndamente.
Aquella niña, dulce e ingenua.
Quizá pudo ser mejor el silencio
a encontrar la respuesta con nombre de muerte.
Texto agregado el 16-11-2005, y leído por 110
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