Aquel triste y pobre animal se encontraba en el suelo eterno, de donde nadie lo traería de regreso.
Se hallaba medio entero recostado en el suelo, y su rostro no parecia como el de todos.
Su final fue algomás que trágico. Espantoso. Sin embargo en aquel rostro no cabía más júbilo.
Su muerte fue terrible, mas para él no.
El la había deseado toda su vida.
Simplemente había nacido para morir.