Ahora que me veo aquí todo cagado y con la feroz caña coronando mis sesos, no me queda otra que aceptar no más que soy un caprichoso sin remedio; que cuando algo se me mete en la cabeza, nadie es capaz de sacarmelo de allí, ni aunque sean puras tonteras....¡eso hasta el instante del refracto claro está!. Por eso ahora que la veo roncar allí metida entre las sábanas manchadas, con la baba escurriéndole por las comisuras de los labios, con esa espinilla madura que parece un añil saliendo de su frente, mientras las moscas que se posan impunes en su cara provocan esas horribles morisquetas que se abren indignas ante mis ojos vidriosos; todas y cada una de las pocas pasiones que aun me quedaban por ella se han esfumado en lo que demora un fósforo encendido en quemarme las yemas de los dedos; de verdad que si fuera por mí ya la habría hecho desaparecer de mi vista. No entiendo cómo hace unos días esta mujer me obsesionó al punto de llegar a escribirle esas cosas que ahora me parecen ridículas y absurdas, ni cómo fui capaz de invitarla a comer a ese restorán tan caro, ni mucho menos cómo fue que le permití dormir en mi cama.
El vómito que rodea el velador y el papel higiénico desperdigado por todos lados, me hacen sentir un miserable, un pobre diablo entregado a su suerte en esta vida. Sus calzones colgando de la lámpara acrecientan aun más el hachazo que llevo metido en plena frente, mientras el desorden y el desparramo de cosas por toda la habitación, me encienden una vez más el colon irritable al punto de desear pegarme un tiro en plena sien. Soy un engrupido sin vuelta y ahora no sé como decirle a esta tonta fea que pesque sus cosas y se mande a cambiar de una buena vez. Tengo ganas de gritarle a la cara que es una cochina, una interesada, y que encuentro ridículo su pudor por el sexo oral, que si acaso pretendía dominarme - como acostumbran hacerlo todas las de su especie -, no lo logrará, no señor, eso por ningún motivo. Tampoco que ni sueñe con que la voy a ir a dejar al paradero del autobús, no después de haber tenido que soportar ese festival de pedos mientras dormía a pierna suelta ocupando todas las tapas de mi cama; ¿qué se habrá creído esta mina confianzuda Broock Shield?, ¡me cago en la leche!!, ¿¡por la cresta, donde chuchas habré dejado ese maldito cuchillo carnicero!?. |