El silencio me abraza,
y así mismo escucho a lo lejos
las imperfecciones del universo,
son gemidos de dolor,
de placer, de amor.
Son historias dentro de cada concepto vivencial
que alguien alguna vez imaginó.
Fue un Dios
que un día se aburrió,
jugó a la guerra con soldaditos difícil de reponer,
y me condenó a la lucha eterna,
a un desenlace terminal.
Él me vela es su misa mas sarcástica,
escribe el punto final
del cuento que yo misma destruí,
pero no termina la lucha,
porque antes de irme
dejó el destello mas opaco en mí.