Ahí esta Felix Perrano, un escritor que ha pasado sus ultimos años, tratando de alcanzar el éxito. Tras miles de fracasos, él todavía lucha por conseguirlo. Es un hombre humilde, trabajador y nunca se detiene para conseguir lo que quiere, a pesar de encontrarse, en sus ultimos años de vida.
Allí estaba, sentado frente a su viejo escritorio, pensando cual era la mejor forma de terminar su novela.
Su mente iba y venía, pasaba de lo concreto a lo inconcreto, de lo real a lo irreal, volvía al pasado, luego pensaba en el presente y pensaba sobre el futuro. Su imaginación era interminable, el captaba cada detalle de las cosas y armaba con ella increíbles descripciones, ideales, irrealidades, metáforas y muchas cosas más. Era impresionante la capacidad de aquél hombre, como la debe ser la de cualquier escritor.
Felix pasó sus ultimos minutos escribiendo sin tomar descanso alguno. Finalmente terminó su obra, le había llevado seis meses. Se sentía realizado, esta vez sentía que lo había logrado.
Se dirigió al correo y envió una carta al concurso de escritura. El premio de este concurso, era la edición de la novela y la traducción a 5 idiomas del mismo. Felix ya había concursado en este concurso por muchos años, pero nunca lo pudo ganar, esta vez podía oler el éxito, asi como lo hacía cuando su señora le cocinaba un Kisch.
Faltaban dos semanas para saber el resultado, Felix estaba muy nervioso, es por eso que durante la primera semana no podía dejar de comer. En los primeros días de la segunda semana Felix, tuvo una gran decaida y se enfermó. Los medicos le pronosticaron que no viviría mucho más de un mes, le dijieron que tomara las píldoras para el corazón y que no se agitara demasiado.
Finalmente pasó la segunda semana, su esposa se había levantado temprano para recibir el correo.
Le llevó la carta del concurso a Felix y comenzó a leersela. Felix estaba muy ancioso, su rostro reflejaba mucha felicidad, tras unos segundos de escuchar lo que leía su esposa, empezó a gritar: -¡Lo logré, al fin , lo logré!-.
Pero pronto algo empañó su felicidad, su corazón empezó a latir fuertemente y él se agitaba cada vez más. Felix sabía que le había llegado su hora, pero igualmente estaba feliz al saber, que él no moriría totalmente, ya que los personajes que él había creado en sus novelas, iban a seguir viviendo en las mentes y corazones de sus lectores, entonces habría una parte de él, que nunca moriría.
|