Amanecer frente al espejo de aquél baño de la casa… jabón sobre el rostro en la ausencia de la espuma de afeitar, la navaja deslizándose lentamente sin evitar algún pequeño corte… la pequeña gota roja cayendo en su lugar… mirada en el reflejo penetrando sobre el ojo… viajar sin viajar y contemplar aquél baño de la casa, azulejos distintos, aroma de humedad del antaño, jabones y shampoos con otra marca, cabello desigual, mismo rostro más delgado, amanecer, salir corriendo y hallar un ascensor donde no existía, adoquín sobre la calle, autobuses cruzando Av. Pellegrini y Dorrego, camino a la Siberia y encontrarme en ese sitio cercano y tan próximo a la facultad que me lleva a las orillas de ese río amado y extenso el cual nunca compartimos y siempre soñamos y sin embargo siempre me hospedó con la perspectiva del cielo diáfano y celeste como la bandera que sólo a él le pertenece siendo ella, las islas rotas por las aguas, los imaginarios de la pesca jamás lograda, el despertar al anochecer y volver al amanecer fuera de la gota roja y lejos del reflejo penetrando sobre el ojo… viajar viajando por las calles de la ciudad que en realidad me hospedan en la actualidad.