A treinta y nueve grados de temperatura la vida cambia. Justo era la temperatura en mi cuerpo el día en que la conocí. Fuí a la farmacia a pedir algún remedio para mi dolor, unas pastillas, un unguento, un termómetro, unos supositorios, lo que fuera para que me calmara aquella fiebre que me consumía por dentro. Entonces sus ojos me miraron con una mirada de desprecio, como esas de las que te miran en una tienda donde la mayoría de las personas que van son viejos a quejarse de su dolor y a apurar a la pobre chica como si ella fuera la culpable de su horrible tragedia. Así me miró ella, cuando abrió la boca para pedirme la receta, sus frenos me hicieron ver que su corazón era uno que necesitaba más que el mío. ¡Claro!, a treinta y nueve grados de temperatura, uno piensa la primera estupidez que se le pueda ocurrir a uno.

Para no aburrirlos tanto con el prodigioso evento de conquistarla, saltaré toda esa parte, total, al fin y al cabo solo tuve que invitarla a un café. Estuvimos saliendo por espacio de dos semanas y cada vez eran sus frenos en su boca los que me acordaban los malditos años que había pasado como si estuviera preso, encerrado en mi propia casa por miedo a que me rechazaran.

El día llegó, el de conocer su familia. Pareciera como si el mundo conspirara para verme solo el resto de la eternidad. Al llegar a la casa y tocar la puerta, me abrió un hombre negro, de aproximadamente seis pies y como seis pulgadas. Me miró de arriba a abajo y arqueando sus cejas me preguntó que quería. Yo, miedoso al fin, me puse a balbucear como si fuera un niño que acaba de hacer alguna travesura. Solo me limité a decir, "vengo a ver su hija, señor". "¿A mi hija, a mi hija?", esa fue su contestación, yo afirmé con un movimiento de cabeza sin mirar sus puños. No sé como llegué al piso de la entrada de su casa, el golpe fue tan intenso que hasta la memoria borré. Lo recordé todo cuando escuché a aquel negro gritándome "hijo de puta, mi hija solo tiene cinco años canto de cabr..., porque no vas a ver a la madre tuya, so pelota de ...". Yo no podía ni imaginar lo que estaba pasando, yo allí tirado en la entrada de la casa de mi novia con la ropa ya sucia y un hombre gritándome suciedades. Cuando de repente se alzaron sus frenos por la ventana de la casa de al lado para gritar "hey Jonás, el es mi novio, parece que se equivoco de casa". Oh Dios, el día en que iba a conocer a mis suegros y me había equivocado de casa. Mientras salían de la casa de al lado mis verdaderos suegros y me veían tirado frente a aquel hombre como si le rogara que me perdonara la vida. Oh, que hombre mas masculino para la hija de aquellas dos personas que me miraban con la misma mirada de desprecio con la que me miró su hija en la farmacia. Me levanté del suelo y me disculpé con el gorila y con mis verdaderos suegros y me presenté. Ellos me hicieron pasar, y no hice mas que entrar y escuché la voz de mi novia gritando "voy enseguida". ¡Ohh Dios!, unos minutos más a solas con aquellas dos personas en el medio de la sala, eso es horrible. No se porque uno se pone tan estupido cuando va a conocer a los padres de su pareja, uno puede ser el más bravo en todos los aspectos de la vida, pero frente a los suegros uno siempre es el mismo pendejo que viene a robarse a su hija, ¡y sabemos que ellos lo saben!, por eso nos comportamos tan pero tan pendejos. Mi novia bajó y nos presentó formalmente y aunque era obvio mi nerviosismo, mi novia se apiadó de mí, se me acercó a la oreja y me dijo "si no haces ninguna idiotez, te daré un regalito más tarde". ¿No hacer ninguna idiotez?, ¿que significaba aquello?, ¿que yo siempre era un idiota?, parecía que me conocía más de lo que yo creía pero al parecer el suceso anterior con el negro solo había sido tomado por un error y no por una idiotez.

Entre todos los temas que pudieron surgir aquella noche, tuvo que surgir el tema de la familia. No sé porque los suegros quieren hablar de la familia de sus yernos, ¿en verdad creen que eso podría afectar a sus nietesitos? Bueno, como es de todos sabidos, mi familia es una mierda pero no podía decir eso, asi que solo me limité a decir donde vivian, de donde eran y que mi padre era militar, eso siempre impresiona, no sé porque. Acabando la tarde, mi novia le dijo a sus padres que ella y yo saldríamos al cine y así pude salir de aquella casa con el poquito respeto con el que entré. Era como para celebrar el no haber hecho ninguna idiotez y tenía a favor el regalito de mi novia, ufff estaba ansioso por saber que era, no me atrevería a pensar que ella me daría la... ehhh naaaa, no puede ser eso.

Salimos hacia el cine y en el auto le pedí mi regalito, y ella me dijo "llevamos ya un mes de novios, tres desde que nos conocemos, creo que sería justo dejarte probarme solo para que no lo busques en otro lado". ¡Ouuuhhhh shit, ouuuuhhhh shit, era eso!, mis manos comenzaron a temblar mientras apretaban el guia del auto y yo que me volvía a sentir con los mismos treinta y nueve grados de temperatura, esta vez no por fiebre sino por otra cosa, solo me limité a contestar con la cabeza. ¿Y como hacemos?, le pregunté. Pues vayamos a un motel, me contestó. Oh, adiós cine por esa noche, si no hubiera sido por sexo creo que me hubiera dolido el no ir al cine aquella noche. Nuevamente confirmé con la cabeza y surgió aquel silencio extraño que siempre es el responsable para que todos cambiemos de opinión por lo que estamos a punto de hacer. Así que no podía permitir que eso sucediera y decidí seguir hablando, y el primer tema que se me vino a la mente fue el que se había quedado en su casa, el de la familia. Dije "pues sí, mi familia es de tal lado y...", y cuando ella me interrumpió imaginé que allí había acabado todo mi sueño. "¿En serio?, conozco a alguien que es de ahí" comentó ella. Yo le conté quien de mi familia vivía allí y ella me contó quien que ella conocía vivia allí. "En una casa de esquina, que tiene un arbol inmenso en el patio y que esta al frente de una tiendita" ella dijo, y yo añadí "en esa casa vive mi tio". Al ver sus ojos como me enfocaban y sus labios llenos de deseos por estar cachonda, sabía que aquello era grave. Pero llegamos al motel y se acabó la conversación. Oh Dios, lo había logrado, por fin tendría sexo a menos que...

"tu tio es mi padre"

Se jodío todo otra vez, yo con mi pene erecto recien pagando la habitación, ya contando en mi mente cuantos polvos iba a echar y ella que me viene a joder la vida con asuntos familiares sin resolver. "¿Qué?, tu papá esta en tu casa, acabo de hablar con él", fueron mis palabras. "Ese es mi padrastro, mi verdadero padre se llama Charlie, dime si ese es tu tio". Volví a confirmar con la cabeza mientras sentía como bajaba en grosor mi pene. "Tu y yo no podemos estar juntos, no podría estar con mi primo, sangre de mi sangre, carne de mi carne". Se jodió, esa noche no se me volvería a parar estoy de seguro de eso. Ella salió de la habitación y se subió al auto. Yo me miré los pies para ver si aún tenía señal de mi pene por algún lado, estaba allí aún. Me subí al auto, la llevé a su casa, nunca más la llame, nunca supe si era verdad lo que había dicho de que mi tio era su verdadero padre o si solo lo habia dicho para librarse de tener sexo conmigo aquella noche, nunca pregunté, ya no me interesa, tampoco querría saber mas de una mujer con la cual no podré tener sexo. Para hablar con una mujer para eso tengo a mi madre. El mundo conspira para verme solo el resto de la eternidad y lo que es peor aún, virgen.