Efímero se desliza el tiempo invisible
cobijando entre sus brazos
los mudos ecos de la angustia
y las marcas del dolor
que se aprende a postergar.
Desviadas las miradas
me sorprendo en espacios vacíos
desnudo y atrapado
incapaz de acercarme a las ventanas.

Lejanos se escuchan los golpes
que intentaron derribar paredes.
Me aferro a las dudas de siempre
perdido en el temor que se alimenta
de incertezas y mis pasos rotos.
Imposible ocultarse en medio de la nada,
sigo culpando a la inocencia
del destino que pareció olvidado en otra mente
y hoy me alcanza.

Tiemblo al rozar la realidad,
de los pensamientos convertidos en caos
y revestidos con mis propios miedos.
Repetida inconsecuencia
en murallas que no intento atravesar
con invariable resultado:
nueva copia de la misma historia

Perdida la mirada,
se mantiene acompañando la existencia.
Vencido,
me descubro envuelto
por un mar de sueños mutilados.

Sin intención de aprender a nadar.