DIVAGUE POÉTICO/CUÁNTICO
Al gatito vivo/muerto de Schrödinger
Fluía el año 1.957 cuando Hugh Everet III presentó -en la Universidad de Princeton- como tesis para su doctorado la llamada Interpretación de los Múltiples Mundos; la misma -cimentada en la Mecánica Cuántica- sostiene que cada uno de los resultados posibles de la función de colapso de una onda se concreta efectivamente en un universo diferente, es decir, se crea un nuevo universo para cada uno de los posibles resultados. En cada uno de estos universos todo permanece igual, con excepción de aquella elección diferente, a partir de la cual los recién creados universos se desarrollan de manera completamente independiente y sin comunicación posible entre ellos. Todos los universos tienen un pasado común y al llegar a instantes en que deben realizarse elecciones -los "puntos de elección" de Everet- se bifurcan ad infinitum; todas las posibilidades coexisten. Todo evento que pueda darse, se da en alguno de estos universos. Nosotros, forzosamente sólo somos concientes de uno de esos universos ignorando a todas las demás instancias. En algunas de esas instancias puedo ser padre de dos hijos, en otras puedo ser estéril; hay otros universos en los que me toca ser un atleta y existen otros donde mi suerte es poseer un pie de atleta o haber nacido con algunas anomalías genéticas (más densas aún que las del presente). Universos hay donde no existe el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter; otros donde el sistema solar no alcanzó a formarse; otros donde la base de la vida no es el carbono sino algún otro elemento químico de nombre poco amistoso para con la memoria.
Estoy en Luque (bienamada porción del continum espacio-tiempo einsteniano) esperando un ómnibus, el popular 30 rojo. Existe la posibilidad de que el vehículo jamás venga (posibilidad altísima, por otra parte). Otro acontecer probable es que venga y no se detenga. No es imposible que me atropelle. O que doble una cuadra antes de donde estoy yo. Es también posible -aunque en menor grado- que frene suavemente y me acoja en su interior. Hay infinitas posibilidades. Y todas se realizan. Cada una en su propio cosmos, donde el pasado común es el hecho de estar aguardando el ómnibus. Y cada universo evoluciona a partir de ese punto de inflexión particular.
El inmortal Georgie Borges, en un genial anticipo -onda "El Colorado" Gamarra- publicó en 1.941 una serie de cuentos bajo el título "El Jardín de los senderos que se bifurcan". En el cuento que da nombre al volúmen -brillante desde todos los ángulos- podemos leer: "En todas las ficciones, cada vez que un hombre se enfrenta con diversas alternativas, opta por una y elimina las otras... Crea, así, diversos porvenires, diversos tiempos, que también proliferan y se bifurcan." Y en otro párrafo: "Creía en infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos. Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todas las posibilidades. No existimos en la mayoría de esos ejemplos; en algunos existe usted y no yo; en otros, yo, no usted; en otros, los dos. En este, que un favorable azar me depara, usted ha llegado a mi casa; en otro, usted, al atravesar el jardín, me ha encontrado muerto; en otro, yo digo estas mismas palabras, pero soy un error, un fantasma... El tiempo se bifurca perpetuamente hacia innumerables futuros".
El Principio de Incertidumbre de Heisenberg (Nobel en 1.932) postula que es imposible obtener con exactitud la posición y el momento de una partícula. Esta incertidumbre a nivel sub-atómico removió todos los cimientos, pues diluyó la relación causa-efecto al empapar de aleatoriedad al comportamiento de los cuerpos. De acuerdo a la Física Cuántica las partículas microscópicas pueden estar simultáneamente en varios sitios y sólo pasan a estar en un lugar definido cuando se las contempla. Es decir que el observador crea la realidad; con su proceso de observación a nivel de partículas subatómicas provoca la escisión del universo en realidades múltiples y disímiles (de acuerdo a Everett). Fue el eximio físico danés Niels Böhr (Nobel en 1.922) quien formuló la llamada "Interpretación de Copenaghe", según la cual el observador interactúa con el sistema observado, el simple hecho de medir un objeto lo modifica; una partícula no posee propiedades definidas hasta que se efectúa esa medición, la cual la dota de determinadas características; hasta entonces no hay más que posibilidades. Esse est percipi, el ser es el ser percibido, sostenía el viejo idealista Berkeley. Mba'embo.
La Interpretación de los Múltiples Mundos de Hugh Everet le valió el doctorado y sostiene que todas las posibilidades realmente se realizan dando origen a cosmos diferentes; las opciones no se colapsan, sino que persisten todas. La mencionada teoría se defiende a la perfección con el impecable filo de sus ecuaciones, firma con mano firme la sentencia de muerte de las disyuntivas y es respaldada por varios científicos de estatura como Stephen Hawking, Richard Feynman, John Wheeler y Murray Gell-Mann.
Ante tanta incertidumbre, amigo lector, ante estos temblorosos pasos sobre el terreno minado que representa para nosotros la realidad incognoscible, me es forzoso reconocer que todas estas líneas fueron escritas tan sólo para fortalecer mi esperanza de que hay varios universos en los que mi amada y yo no sostuvimos la conversación de hace dos meses. Y todavía seguimos juntos, unidos en amor incombustible. La esperanza de que exista ese anhelado grupo de universos me da contento. Y soy feliz por mí, por el que soy en esos otros universos donde aún estoy amarrado a ella, esos universos donde todavía vivimos felices, enamorados e inconmovibles ante la maldad y la ruina del mundo exterior, donde cada día es un regalo y este artículo insulso -escrito para darme una esperanza- simplemente no existe, por trivial e innecesario... |