Accidente en el ascensor
Llegó cansado de trabajar, eran aproximadamente las tres de la mañana. Con esfuerzo embocó la llave en la cerradura de la puerta del edificio. Encendió la luz de la planta baja y contempló frente a sus ojos la advertencia, “Habiendo escalera el consorcio no se responsabiliza por accidentes en este ascensor”. De todos modos tomo el ascensor, estaba muy cansado para subir siete pisos caminando.
Por fin estaba en su habitación, a tan solo metros de su blanda cama. Se desabrochó la camisa y quitó los zapatos, suspiró hondo al sentir su cabeza sobre la almohada.
Para las cinco de esa misma mañana, su placentero y tranquilo sueño se dispersó. Gritando alborotadamente desde el cuarto de al lado estaba Clara, su madre.
Estaba trastornada mentalmente. Era medicaba durante el día para controlar sus ataques nerviosos y también para que durante la noche pudiera descansar un poco. Semanalmente había que llevarla al hospital para un chequeo médico. El doctor no le daba mucho más de vida, siendo una persona mayor con problemas mentales era cuestión de esperar la muerte en cualquier momento.
Clara pasaba el día acompañada de una muchacha joven que se ocupaba de su cuidado. Tenía por deberes bañarla, alimentarla, cambiarla y hasta tratar de mantener una comunicación con ella. La vieja en ocasiones se descontrolaba más de lo común y comenzaba a correr alrededor de los muebles de las salas balbuceando sonidos desde lo profundo de su garganta.
Los gastos eran sumamente altos para Jhon. Medicamentos, impuestos de luz, gas, teléfono, alquiler y demás le exprimían los bolsillos del pantalón. La paga no era de lo mejor, de manera que trabajaba en dos lugares distintos, por la tarde y la noche.
La muchacha joven no pudo seguir ocupándose de la madre de Jhon por lo que este debió abandonar uno de sus turnos y dedicarle más atención a su maltratada madre.
La miserable vida de este hombre no le permitía siquiera salir a conocer el amor, la alegría. Ya no podía seguir cargando con algo así. “Muere de una vez”, le gritaba en la cara.
Era de tardecita. El sol aún dejaba ver algunos rayos. Estaba agotado mentalmente, pesando en que tendría que soportar la histeria de Clara nuevamente. Aún tenía fuerza en las piernas y subió por la escalera. El edificio estaba sereno. Al abrir la puerta de su departamento vio a su madre corriendo descontroladamente. Atropelló a Jhon y salió hacia el corredor. Jhon se dio vuelta, el rojo marcador del ascensor, estaba en nueve. Se dio cuenta de que esta era la oportunidad, no tuvo que pensarlo más. Corrió la reja de seguridad en la entrada del ascensor dejando al descubierto el profundo vacío. La vieja rebotó contra las paredes hasta que un paso en falso la condujo al fondo de la fosa. Jhon comenzó a gritar y llorar. Los vecinos curiosos se acercaron.
Mientras coloca las flores frescas en un florero sobre la tumba de Clara recuerda la advertencia del ascensor. Sonríe, sabe que ahora descansara en paz.
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