Entramos como dos desconocidos, observando todo a nuestro alrededor… era tarde, ya estaban por cerrar el lugar, pero no nos importaba… nos daba exactamente lo mismo.
Tomaste mi mano firmemente y nos adentramos hacia la zona más antigua de aquel sitio…
Buscábamos el sitio perfecto para dar rienda suelta a nuestra fantasía de amor… o quizás de desamor.
Continuamos caminando, no nos percatábamos de nada ni de nadie… mientras esto ocurría sonaba la campana de cierre. Aún así seguimos nuestro camino…
Al cabo de una breve fracción de minutos nos encontrábamos frente a la tumba perfecta.
Era de 1902, según la inscripción de la lápida, ahí se encontraban los restos (o más bien recuerdos) de una pareja de amantes… que lucho toda la vida por estar juntos, y que en el final de él, ella se unió al fallecimiento, quedando así sepultados juntos… como siempre lo anhelaron.
Aquella tumba nos fascinó desde la primera mirada que dimos. Era justamente lo que habíamos estado buscando, era lo que necesitábamos para amarnos a otro nivel.
La bruma nos acompañaba poco a poco, mientras yo comenzaba a colocar velas por el rededor de la tumba… su luz armonizaba el ambiente, y nos permitía mayor intimidad. Además de una luna llena, que nos entregaba su compañía para una noche ideal.
Estabas realmente hermoso aquella noche… vestías un pantalón de tela negro, una camisa púrpura con rosas negras como detalle; llevabas un abrigo muy largo, el cual estilizaba por completo tu figura. Tomaste tu pelo en una cola… y delineaste tus ojos celestes con un negro que los hacía parecer más bellos que nunca.
Recuerdo bien que usé el vestido que me regalaste para el nacimiento de nuestra chiquilla… como olvidar aquel vestido color uva, de encajes muy delicados en negro. Con el detalle de las rosas en la caída, y aquel collar de brillo púrpura que colgaba delicadamente por mi cuello. Solté mi cabello, lo peiné como nunca… para que la ocasión fuese perfecta.
Te abracé suavemente, soltando y acariciando tu cabello, mientras tú… mientras tú me rodeabas con tus brazos, mientras besabas mi piel.
Me recostaste sobre la lápida, dibujaste con tus dedos mi cuerpo y rostro; me besabas con dulzura y pasión. Soltabas delicadamente los broches del vestido… me miraste y dijiste que parecía una inocente niña… nos abrazamos largamente, mientras te respondí que siempre sería tu pequeña niña inocente.
Suavemente te posaste sobre mí… acariciándome y tocándome como nunca lo habías hecho. Besaba tu cuello, labios, te abrazaba juntando nuestros cuerpos… de tal manera que no hubiese espacio entre nosotros.
Llegamos al orgasmo muchas veces… me hiciste tuya como nunca antes lo habías hecho… entregamos nuestras almas, entregamos nuestra vida y placer.
Recuerdos que parecen ser de ayer… pero no lo son… hace ya mucho que no estás, hace mucho que te fuiste… pasaste de esta vida a otra que dicen ser mejor.
Aún te siento, aún te quiero y deseo… Amén.
Oliver A. Wolff
† 18-Junio-1986
† 10-Septiembre-2005
…Tu recuerdo seguirá vivo por siempre…