Sufro al igual que millones de seres que a esta hora están sufriendo, algunos, porque una metralleta se aprieta contra sus costillas, otros porque la vida les ha amputado gran parte de sus pertenencias y sus valores espirituales, son multitudes las que derraman amargas lágrimas sobre el cadáver aún tibio de un ser querido y muchas más las que, mientras escribo estas palabras, son asoladas por la furia de los elementos. Odio decirlo, pero en estos momentos mi alma se desgarra, mi dolor, ese dolor rebelde y existencial que me rebasa y pareciera reinar sobre todo el mundo, me obnubila la razón, desvarío, se me descalibra el pensamiento y en un arranque que tiene mucho de primitivo, grito con todas mis fuerzas: ¿¿Por queeeeeeeeeé????
Después de esa reacción, una paz balsámica inunda mi espíritu y me desgajo, resignado, detesto hacerlo, pero de todos modos, coloco aquello sobre mi cuello y me dispongo a ejecutar lo que tengo que hacer. Me contemplo en el espejo antes de volver a gritar: ¿Podría alguien ayudarme a hacer el nudo de esta maldita corbata?..