El castillo de las velas
está siendo empujado,
el ocaso del sentido,
las torres corridas,
escalonándose al infinito
del más allá, las tinieblas,
respiran el moho de los muertos,
necro se hace un círculo,
junto a su hermana.
Dueños del anillo
de la lanza del destino,
desatan una furia
inconciente y depravada,
el castillo de los tabúes,
lo reprimido, lo grotesco.
la gente corriendo, llorando,
pero sin escaparse,
cupido riendo a carcajadas,
flechando lo horrendo.
El que la cruz soportó
hasta el monte Sinaí,
se lamenta y llora gotas de peyote,
el éxtasis alcanza
a las diabólicas criaturas,
la enajenación en su esplendor,
una mano, una flor,
¿esperanza? No, destrucción,
el inicio de la decadencia.
Vidas paralelas transitan
tanto Plutarco como sus discípulos,
así también como sus sucesores sofistas,
¡Viva el albedrío incondicional!¿Viva?
Si solo trae muerte...
La muerte del alma,
no más enajenación,
El origen de la tragedia
está trascendiendo
el luto está a punto de consumarse,
lo humano ha fallecido, risas, carcajadas,
El fin, la vida nueva. |