¿QUÉ SOMOS, llenos de impurezas? de curas que arden,
de vertebrados, y soy mas que un simio rojo que trepa por este
gigantesco árbol de lodaza. Y hasta cuando contemplar el ala
de los pájaros y el deseo lamer su calavera de azúcar lejos de
las manos, y aún, tener estos veinte dedos listos y negros y no
poder treparse a la joroba de la dicha y por un instante se
pueda sacar los pies de la sal y la furia de las piedras.
¿Quién silba por las noches con grandes sapos agrios en la
garganta? ¿quién recoje la queja de los niños colgados de las
manos y abre el frasco donde encerraron al capitán de sus juegos?
en medio de tanto caos yo soy el único en dar vueltas y girar en
este pedazo de barro tibio en plena obscuridad de mordeduras y
entregas, el oseo trompo,el molino humano, el gira-luna, en que
escribe encenizado, ciertamente, el que visita espejos,
la carnicería, el que oye respirando y hace saltar su fugaz
consistencia como un caballo nocturno rumbo a la muerte en la
abertura de dos delgados geranios bajo un vientre inundado
de lunas de alquiler.
¿Qué nos hase apresurar? y escoger lo equivocado, negar la
eternidad del viento y creer en la edad de los cabellos y la serpiente,
pero hay tiempo aún para servirse del festín antes de la manzana
negra, sacudir la memoria y arrojar escarabajos sucios
de cabeza por el cráneo.
Pero adhiérete de a la flor blanca de la boca de un niño
para que tu caida te sea mas suave en la hora del degollamiento
de la poloma.
II
¿AÚN te será difícil el descenso? desatado de los nervios y los cabellos
y toda la familia de órganos que te compusieron en un sólo hijo. Es
penoso el descenso, aún mas con juegos de orquídeas y grandes lágrimones
de animales flojos y sin tu delgado fulgor y tu obsesiva desnudez
la tierra te será muy fría de espaldas.
¿Oyes abajo la algarobía
con que se zarandean los gusanos
con enormes bocas
de bodegones ?
Felíz término tenga en la hora final
el ser
que se rompe en breves geranios
de calavera
y sal
en las manos de un mal dios que sólo entierra muertos
de cabeza en la tierrra.
III
LA edad arde,
cada número tiene una cola de humo, cada cifra se hincha
como un papada de sapo, y cuando seca, chilla como una rata
mil veces golpeada contra muros.Es triste ser la invención de
un loco que nos hizo de brevedad, y de brevedad los tejidos,
las cosas, las caricias y los batracios que piden a cada luna
enternidad y agua.
Y hay una rueda entre nubes y cosas descocidas que nos hace
girar conjuntamente con el trompo ciego de las piedras, y
todos buscamos refugios al final de la cuenta regresiva, el casero,
la puta, los piojos.Santa palabra madre de dios, en que el perro
bebe del desayuno de la lagaña del panadero por las mañanas
por que también quiere hincharse de vida.
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