Siento tu ausencia.
Si el amor es fuego,
pienso,
estoy en el centro de una hoguera
esta noche.

Tus besos son recuerdos:
un precipicio en el tiempo.


¿Hay algo real en nuestro amor?
¿O son solo reflejos
sin raíces
que no duran
más que las gotas de lluvia
después de la lluvia?

Cada vez que te quiero conmigo
sos invisible.
Más fácil asir la noche
que tu corazón.
Más accesible la inmortalidad
que la humedad de tus labios.

¿Dónde está tu corazón?
¿A quien pertenece?
¿Qué pensamiento
te sostendrá entre despierta
esta noche, y anoche,
y tantas otras noches?
¿El mío?
¿El de otro?
¿El de quién?
¿A quien seguirás viendo
como un resplandor en tu vida
durante años, cuando envejezcas?
¿Qué instantes llenos de bocas en beso,
de fuertes abrazos,
de sexo deseado en la piel,
estarán ocupando tus sueños?
¿Qué nombre estará recorriendo
en silencio tus labios?


Tengo hambre de amor
y quiero saciarla,
quiero hablar de vos
y no me quedo callado.
Aprendí a hacerlo
sin que estuvieras,
te lo advierto.

Yo te dibujo en el aire
y te escribo.
Tus ojos, tus besos,
la piel de tu espalda
son mi tema,
mi historia,
el paisaje que mi memoria
recorre.

Esta noche,
en la hora más propicia
para que la ternura
me encandile
(esa ternura que decís
que no tengo),
me quema el amor...
como un fuego que no cede.