Egon mira sus manos,
las transparencias engañosas,
una luz, un ventilador,
sonidos, mentes condicionadas.
Narciso escapa del lago,
va a su casa,
ve al espejo,
se abraza,
estrella su cara contra él,
su mito, ha caído,
de príncipe a mendigo.
Escarabajos de oro,
reclamándole a Alan,
los enunciados del cuervo.
Tal vez, o no,
segura, incierta
posible, locura.
|