Iniciaré mi relato, tan real como la vida misma, diciendo que esto que me sucedió a mí podría sucederle a cualquier otro, sin importar estrato ni posición social, situación económica u otra circunstancia ajena a mis conocimientos.
El sudor recorre mi frente arrugada en un intento por tocar el frío suelo y desde hace unas horas los temblores agitan mi cuerpo, siento que de un momento a otro la muerte será el único testigo de mi final, para mí ya no es incierto el temido fin de los días...
Todo empezó aquella noche, era tan tranquila... En ese mes el verano era más temerario y acosador que nunca y las estrellas se dibujaban sin dificultad en el firmamento. Yo, como muchas noches desde que empezó el verano, me sentaba en el porche trasero de mi casa a relajarme y respirar un poco de aire puro mientras observaba la maravillosa creación del Universo.
Ese día salí tarde del trabajo, llegué agotado a casa, pero después de una ducha ya estaba como nuevo. Por mi mente pasaban infinidad de pensamientos frustrados y victorias del recuerdo, pensaba y enlazaba cada momento por el que había pasado hasta ascender en la vida a mi posición actual. Cierto que no me había casado, pero fue porque no me gustaba someterme a unas ataduras tan fuertes como las del matrimonio, mis padres se quedaron en el viejo pueblo donde vivía y creo que allí seguirán hasta el último momento de sus vidas. Yo, sin apenas estudios, viajé hacia a la capital en busca de la fama y la gloria, como todos supongo, y así fue como encontré un trabajo más o menos bien pagado y fui subsistiendo imperantemente hacia un mayor bienestar.
Como decía, la noche era clara y las estrellas eran bien visibles, todo me pareció normal, hasta que vi una estrella que se movía. Al principio pensé que sería un avión, por la velocidad a la que viajaba descarté esa posibilidad y le atribuí la de ser un meteorito, esta sí fue aceptable, pero sólo hasta el momento en que me fijé en los movimientos controlados del objeto, fue en ese momento cuando empecé a sospechar. Se acercaba vertiginosamente hacia allí, hacia donde yo estaba. Por mi cabeza pasó la idea de encontrarme frente a frente con un avistamiento OVNI, ¿por qué no?. Esto suele pasar a menudo y, además, mi casa estaba bastante aislada del centro de la ciudad, todo encajaba perfectamente, así que esperé a que aterrizase junto a mí y apareciesen de su interior como por arte de magia unos hombrecillos verdes con el fin de examinarme con sus diminutos y oscuros ojos grises. Ya había leído casos de este tipo en revistas y artículos de periódicos. Pero no fue como yo esperaba, todo surgió tan rápido... esa cosa se estrelló a cien metros de donde yo vivía, y para colmo fui el único testigo en diez kilómetros a la redonda, tan aislado... En ese mismo instante no supe qué hacer, pero pensé ¡Qué demonios! Y me aventuré, maldito el día en que no abandoné el lugar y maldito yo por ser tan curioso. Cuando conseguí aproximarme al lugar de los hechos, jadeaba y sudaba como un cerdo, eran cien metros a carrera y yo un hombre pasivo, hacía tiempo que no sudaba, no tenía tiempo para practicar ningún deporte y tampoco me mataba por conseguir dicho tiempo.
Ya no podía pensar, la cabeza me dolía, tenía la mente en blanco, parecía como si fuese a estallar. ¿Cómo podía pasarme esto a mí? Un hombre tan sencillo como yo... yo no creía en estas cosas, por lo menos hasta ese momento...
Intenté acercarme lo posible al suceso y entonces fue cuando sucedió, lo primero que pensé fue que había sido un accidente; luego que un error, yo no debía haber ido allí, fui demasiado lejos, la verdad es que nunca debí salir de aquel pueblo en el que vivía, era tan bonito...; más tarde pensé que era cosa del destino, a alguien le tenía que pasar, y ese alguien era yo. Desde ese primer contacto tuve mucho tiempo de pensar lo que me había sucedido y llegué a la conclusión de que me tocó a mí por una única y simple razón, salvar el mundo, o al menos eso quería creer.
No vi restos de ningún tipo de nave como suelen contar, ni hombrecillos verdes moviendo sus antenas, ni nada que se le pareciese. Lo único que vi fue un injerto en la tierra, algo como una planta pero a la vez como un corazón, realmente era asqueroso, tenía un aspecto verde gelatinoso con tintes de rojo sanguinolento. Pude observar unas profundas y robustas raíces clavadas en el terreno, me pareció que crecían continuamente a la vez que la planta latía en su centro y poco a poco se iba agrandando, en ese momento tuve la impresión de que me vigilaba, me observaba, pero no tenía ojos, o no los veía... era absurdo que una planta tuviese ojos ¿no? Crecían y crecían, ya no era sólo una apariencia, era real.
Fue justo en ese momento, mientras examinaba perplejo esa cosa... fue en ese momento cuando una capa gelatinosa me envolvió de pies a cabeza, nunca supe de donde provenía, pero sé que estaba relacionada con ese ser inmundo. Desde ese momento pasó a formar parte de mí, era como mi segunda piel, sentía que era YO.
Al principio me sentía raro, como extraño... En la primera semana me odiaba a mí mismo por haber sido testigo de aquello, pero con el paso del tiempo fui aceptando mi nueva identidad. Mi piel pasó de un tono rosado firme a un verde gelatinoso y putrefacto, mis extremidades iban transformándose gradualmente en raíces y mi cara se deformaba hacia lo que sería más tarde parte de la planta, sentía la savia recorriendo espesamente mis venas. Pensé que sería un momento ideal para tomarme unas vacaciones, llamé al trabajo y así lo hice. Intenté no levantar sospechas acerca de mi dudosa situación. Me fui convirtiendo en una persona sedentaria, frente al televisor y sentado en mi viejo sillón, bueno... persona... o lo que fuera. Sé que me quedaba poco para unirme a la madre, a ella, a la que me dio esta maravillosa vida. Pero claro, no debes fiarte de mis palabras (es lo único sensato que puedo decirte) ya que es ella quien me controla, mi cerebro ya sólo obedece unas pocas órdenes de mi voluntad, estoy casi completamente dominado.
Aún soy yo, todavía tengo algo de uso de razón, como ya dije mi conclusión es que esto me tenía que suceder a mí, si no ¿quién iba a salvar el mundo? ¿Quién lo iba a curar de esta especie que lo habita, de esta especie a la cual pertenecía yo antes de ver la luz? El canibalismo se ha convertido en mi ritual de supervivencia y en el de la madre, ella es quien me ayuda, ella es quien tiene razón, para qué conservar esta porquería de mundo en el que todos luchan, destruyen, violan, asesinan, corrompen... y muchas cosas más sólo por dinero o por un trozo de tierra, claro que, por eso último también mataré yo, por un buen trozo de tierra húmeda y fértil. Pronto la madre me dará asiento y fijaré mi vida, el mundo será nuestro, lo salvaremos juntos, ya hay más como nosotros, el jefe de policía tiene un bonito tono verde y el cartero está muy contento con su nuevo aspecto, y lo más bonito es que yo soy su ¿jefe?, mejor llamémosle Complejidad Vegetativa Superior, mi período de gestación ya está concluyendo, unos días más y renaceré completamente. Ya queda menos para el final, este planeta pasará a ser el planeta verde, el azul sólo será recuerdo de lo que podía haber sido nuestro mundo. La madre me explicó que este era un sitio ideal para amanecer una nueva vida, hay agua, mucha agua, también hay luz en abundancia, y la tierra es muy apta y fértil, no habrá desiertos que nos detengan. Puedo decir que la especie humana ha desaparecido, no os enfadéis conmigo, peor era el final que se le tenía preparado, eso de que estalle como si fuera un melón maduro al que le han puesto un petardo de los gordos no me resulta muy agradable, ahora reinará una vida de paz y metamorfosis, de fotosíntesis eterna.
Muy pronto descubrirás que no te miento, que todo lo que digo es cierto... mira por la ventana, ya estamos aquí, venga vamos, déjate llevar. De todas formas lo haremos, quizá mientras duermes, ¿no crees que es muy posible? Te gustará el color verde, cuando te levantes y te mires en el espejo te darás cuenta de que no es tan malo, de que no miento y de que el mundo renace en el seno de la madre, la madre naturaleza. Como ya dije me acerco hacia la muerte, la muerte como humano, empie... ¡aaagh!... mm... empiezo mi vida como ve... ¡aaagh!... ge... ¡agh!... tal.
Extraído del libro "El Lado Oscuro del Cuento" de Víctor Morata Cortado
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