Inicio / Cuenteros Locales / AnaCecilia / Perpetuidad. (Con una chispita de protagonismo de G. Mena en una crítica a otro relato mío)
El rostro aún permanecía impregnado de ese aroma a flores. Con su estancia allí, la piel comenzaba a deslizarse en un sin fin de pequeños corpúsculos, como invariables átomos del tiempo. Lejos, su mirada asomaba bajo las pretéritas luces de tierras y de aguas, convertidas ahora en carnes y sangres, desechadas con la espera. La vida no dejaba de latir en ese altar de soledades, expandiendo su silueta en consternadas sombras. Junto al umbral de esas pupilas, una mano se extendía en presurosos llantos, mientras indagaba el espectro del semblante trastocado. Detrás, el mundo se había fugado unos instantes, para dar paso a esas eternas almas. Yo me acerqué más, para rozar la rigidez de aquella boca perpetuándose lentamente en una bruma de sabores; la que sólo algunos pudimos observar, a través del empañado vidrio del féretro.
Ana Cecilia. ©
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Texto agregado el 25-10-2003, y leído por 315
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