Epilogo
Desperté rejuvenecido, vital.
Baje del departamento y detuve un taxi. Quería ir a visitar a facundo antes de comenzar a escribir el nuevo libro.
Esa mañana fresca y soleada me motivaba a escribir en una tranquila plaza, a pocas cuadras de casa.
-¿adonde lo llevo señor?- el barbado taxista sonrió al verme subir silbando un viejo tango de Gardel.
-Nazca y cesar Díaz chofer-
Abrí la ventanilla y deje que el viento me golpeara en al cara, aunque hacia demasiado frío.
La gente caminaba por las avenidas disfrutando esa benévola mañana de sol. El pronóstico del tiempo había fallado como tantas otras veces, ya que había informado lluvias y bancos de niebla.
-¿puedo molestarlo con una pregunta señor?, lo veo de tan buen humor que espero no incomodarlo, pero tengo la necesidad de saber su opinión. Usted parece un hombre perspicaz e inteligente- la zalamería del chofer no me gusto mucho, pero estaba de tan buen humor que decidí perder el tiempo con una charla informal.
-le agradezco los cumplidos joven, ¿en que le puedo ayudar?-
El taxista carraspeo y me dirigió una corta mirada por el espejo retrovisor.
-tengo un problema con un hijo mío…vera, tengo varios, pero este hijo últimamente esta teniendo ideas extrañas- giramos por la avenida Córdoba esquivando el pesado trafico de sarmiento.
-¿como ideas extrañas amigo?- pregunte automáticamente. Esa noche, casi con seguridad iría a cenar a un restaurante en la recoleta, como antaño.
- vera usted: hace un tiempo, mi hijo comenzó a frecuentar a una persona que yo conozco desde hace mucho tiempo, con quien he tenido diferencias irreconciliables.
Conozco tan bien a esta persona que se muy bien que tras una aparente afabilidad, esconde una personalidad arrogante, vanidosa y ególatra.
Tiene el poder de conquistar a los corazones más reacios y duros, y con su irresistible encanto logra que estos se vuelvan incondicionales a el, arrastrándolos a sus fines, que no son los que el dice que son, sino son bien distintos.
Esta persona dice ser el mejor amigo que pueda tener alguien, pero en realidad busca conquistar a todo aquel que le sea útil para sus causas.
Esta persona es un marginal. Ocupo un alto cargo en un momento de su vida, pero no comprendió que el era solo una rueda mas de un gran engranaje, y trato por todos los medios de sabotear el funcionamiento de esta gran maquinaria, ya que su gran ego lo llevo a creerse mas, o casi tan importante como la maquina.
Desde su cargo cuestiono todo y pidió una libertad que ya tenia, intentando desequilibrar el funcionamiento de la gran maquinaria.
Insulto descaradamente a sus superiores y ni siquiera escucho a su padre, que innumerables veces lo llamo a la razón.
Ahora, mi hijo lo escucho y le creyó. Cree en el ciegamente. Lo defiende aun a costa de su muerte.
Dígame ¿que debo hacer con mi hijo? ¿Lo debo dejar que siga a esta persona, o debo tratar de hacerle entender que fue seducido por un apóstata traicionero?-
El coche se detuvo en la esquina de nazca y Cesar Díaz.
El taxista había girado su cabeza hacia mí y con lágrimas en los ojos me tendió una calida mano.
Mire su rostro y supe que era el: lucifer me dijo que me cuide de los sucios intentos de ese hombre.
Busque en el bolsillo de mi saco un billete de 100 $ y se lo arroje en la cara.
-cobrese el viaje y deje a su hijo en paz. Y el vuelto del viaje déselo a su hijo, para que invite a un café a esa persona- dije con la mayor firmeza que pude.
Baje del auto y camine por nazca tratando de recordar si el restaurante al que iría esa noche estaba en la calle Guido o en Suipacha.
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