Le veía conectado con su impasible carita verde. Cada día. Todos los días y a todas las horas. El hombrecito verde del Messenger parecía mirarme. No me atrevía a decirle nada, a pincharle, a pedir verle, a soñar oírle ni siquiera a hablarle. No me atreví y quizás debería haberlo hecho antes de suicidarme. Cuando vinieron de la forense y vieron el ordenador encendido junto a mi cuerpo se fijaron en mi único amigo, que les miraba con su impasible carita verde. Llegaron a la conclusión de que éramos el mismo.
Manuel Armayones Ruiz
Texto agregado el 10-11-2005, y leído por 145
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Lectores Opinan
08-05-2006
mmmmmmmmm, muy bueno con un dejo de psicopatía,jajajaj impresa
10-11-2005
Jajaja!!!!... impasible carita verde... mirandapaez
10-11-2005
Intrigante texto, un poco críptico, muy bien llevado. cao
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