La fiesta es la categoría primera e indestructible de la civilización humana. Puede empobrecerse, degenerar incluso pero no puede eclipsarse del todo. Rabelais es mundialmente quien le da mayor cabida. Ha encarnado la esencia misma de la fiesta popular. Y en cuanto tal, se separa violentamente de la literatura seria, cotidiana, oficial y solemne de los siguientes siglos.
El cuerpo rompe sus fronteras uniendose con el mundo a través de sus excrementos, sudores, saliva y orina, los cuales forman parte de un cuadro general de individuos unidos, entre sí, en una fiesta interminable.
Rabelais a modo de relatos enciclopédicos y fatalmente definitorios dentro de su época y contexto, comparte con otros autores de las obras maestras.
Tanto Ulises de Joyce como en la comedia dantesca y Cien años de soledad, son comparables a Rabelais. En el caso de Dante se podría, además, establecer un relación de paradigmas opuestos: el italiano se propone la construcción de un momento donde la seriedad humana aspira a la comprensión del misterio divino; el francés entiende que su reino es de este mundo y la exhaltación del sexo, la risa y el alcohol nos permite prescindir de jerarquías religiosas, sociales y académicas. Más aún nos exhorta a invertirlas y deshacerlas.
Como sucede con todas las obras maestras el ciclo de las seis novelas de los gigntes puede ser leído desde innumerables puntos de vista. En el caso de Rabelais parece ser preferido Bajtin.
Para entender las figuras grotescas del Renacimiento debemos remitirnos a la cultura popular del carnaval donde se hace realidad la subversiva fantasía del mundo al revés. De sucesión y renovación. De muerte y resurección.
El carnaval es la vida misma que interpreta y durante un tiempo el juego se transforma en vida real.
El carnaval es la segunda vida del pueblo, basada en el principio de la risa y la abundancia. Es su vida festiva. La fiesta es el rasgo fundamental de todas las formas de ritos y espectáculos cómicos de la Edad Media
Las festividades son una forma primordial determinante de la civilización humana. No hace falta considerarlas ni explicarlas como producto de las condiciones y objetivos prácticos del trabajo colectivo, o de la necesidad biológica o fisiológica de descanso periódico, una tregua o descanso al trabajo.
Las festividades siempre tuvieron un contenido esencial, un sentido profundo, han expresado una concepción del mundo. Ligadas a períodos de crisis, de trastorno, en la vida de la naturaleza, de la sociedad y del hombre.
La ruptura de lo cotidiano conduce ineludiblemente a la fiesta .
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