Ha salido la luna y me ha sonreído.


Al final yo también pude sonreír cuando me dí cuenta que quien estaba enfrente no necesitaba tanto de mi sonrisa. Y que me la devolvía, una sonrisa mejor si fuera posible que la de antes.


Porque para él hay un antes y un después. El antes era su vida de alemán ordenado, determinado y organizado. Su trabajo y el deporte lo eran todo para él. También estaba su novia, quizás al mismo nivel porque estaba recién estrenada. Siempre he envidiado a la gente que controla su vida completamente, que sabe lo que quiere y como conseguirlo, sin duda alguna, él pertenecía a ese grupo.


Ahora no hace ni una semana que volvió a nacer. Su espíritu deportista lo llevo a respirar el aire puro de las montannas, y en un tonto tropiezo comenzó a descender primero por la ladera, luego por un río hasta que lo pararon sin ningun tipo de miramientos las rocas.


El no recuerda nada. Dice que ahora esta distraído. Y sonríe mientras te cuenta que hoy se estaba afeitando sin cuchilla y que ayer se lavaba los dientes sin cepillo. Esas pequeñas cosas son divertidas, sobre todo cuando él te las cuenta sonriendo, parece un niño contando sus travesuras. Lo que ya tiene menos gracia es que te cuente, aun con la sonrisa, que los tests que le hicieron esta mañana no han ido demasiado bien, que necesitara seis meses para recuperarse... Mejor no preguntar nada más, el dice que esta bien de ánimos, a mi me gusta su respuesta y todavía más su sonrisa perenne. He salido con ganas de llorar pero de alegría, no sabia si correr, dar brincos o revolcarme por los suelos...seguí mi camino, emocionada, andaba con paso rápido y SONRIENDO.