EL SILENCIO
Cliver Ch. Macias
En un mundo extraño, para los ojos comunes de seres contemporáneos en el que la voz de nuestra existencia ya se había disipado; un mundo iluminado por un sol corrosivo y naranja que llenaba el suelo con un sofocante calor de quince horas, la tierra aquella era un monocromático de amarillo y gris de arena, solo interrumpida por esbozos de una hierva dentada y azul que en hilos aquí y allá se animaban a mostrar su delgado cuerpo.
No obstante aquel hostil panorama en aquella extraña superficie existía movimiento inteligente, ruidos, pasos y sombras que descollaban claramente bajo ese verde cielo. En un socavón ubicado en un sitio cualquiera se notaba que salía de el un riel, y desde la cueva salio un carro lleno de mineral el cual era empujado por un ser el cual su apariencia producía una lejana nostalgia sobre aquel suelo que desde siempre existió; El ser aquel empujo el carro varios cientos de metros hasta lo que resulto ser un gran complejo construido por ladrillos, traspasó el portal , cruzó el enorme solar que había en la entrada y se dirigió al lugar apto para depositar toda su encomienda. Aquel lugar estaba lleno de senderos, galeras, barracas y lugares con un objetivo propio, cumplían una función, nada, ni siquiera una pared, estaba dispuesta arbitrariamente, todo en aquel complejo cumplía un rol y papel esencial en la vida de aquellos seres. Esos seres, se los podía contar como un puñado de unos cientos de ellos, lo curioso en ellos era lo absurdamente parecidos que eran uno de otro , tanto así que no existía en ellos la individualidad ni la independencia, todos eran uno , necesitaban uno de todos los demás para poder existir.
Cuando el día empezaba cada uno de ellos se dirigía a cumplir una función; a una barraca, al exterior en busca de materia prima o para otra labor que solo ellos entendían, pero cuando el sol llegaba al cenit todos ellos se reunían y se disponían a recargar las energías perdidas en una ceremonia que ni ellos mismos recordaban la razón, más ninguno se cuestionaba nada, aunque esto no fuera de acuerdo a su aparente perfecta eficiencia la verdad es que su eficiencia era a tal grado perfecta, que ninguno de ellos decía una palabra, ellos no hablaban, no había razón para hacerlo todo lo que había por decir ya hace milenios que se dijo.
La ciudad estaba levantada desde hace tanto tiempo que ninguno de ellos recordaba la fecha, mas a pesar de todo ese tiempo transcurrido, jamás cambió de aspecto; cada habitación, barraca y pared nunca había sido modificado, cierto es que con el pasar de los años los ladrillos se desgastaban y deterioraban, pero ellos se limitaban a reemplazarlos sin cambiar la forma ni el aspecto de la pared que lo sostenía.
Su mundo aparente, se regía por esas normas: la carencia de individualidad y el instinto de mantener el mundo que conocían inmutable, exacto a siempre, aquellos seres no conocían la mejora ni la decadencia solo lo inmutable. El tiempo no existía para ellos, no importaba; incluso ellos mismos eran presas de su inalterabilidad, el número de seres siempre fue el mismo, no nacía ni se creaba otro y al parecer no tenía por que hacerlo.
Periódicamente un número de ellos se dirigía a las canteras en busca de materia prima, otra cantidad de ellos seleccionaba los materiales aprovechables, la manufactura, la distribución y el almacenando de energía y provisiones era tarea de el resto del grupo, todo con eficiencia, todo como ayer y antes de eso sin que jamás ninguno pensara hacer las cosas de diferente manera o aún peor, no hacerlas; hacer una acción que nunca antes se hubiera realizado no estaba en su naturaleza conseguirlo.
Llegó entonces a su mundo un intenso frío, acompañado de una ácida y corrosiva nieve grisácea, pero aquellos seres estaban preparados para enfrentar aquella adversidad. Se despertó en ellos la función apta para aquella condición, y aparentes nuevas acciones fueron puestas en marcha: cubrieron sus cuerpos con materiales que estaban almacenados, se paleó al exterior el hielo humeante, se reforzaron los techos con aquella sustancia inmune a la acidez, los diques se reforzaron para la hora del deshielo; todo aquello con la pasividad que les caracterizaba sin expresar sentimiento alguno de disconformidad. Termino aquella temporada y nuevamente aquella función fue archivada y guardada para cuando volviese a ser necesaria.
Mil años más pasaron por ese mundo cuando un gran cataclismo vino a derruir los muros de su metrópolis, muchos de ellos fueron aplastados y perdidos pero eso no parecía mayor problema para los sobrevivientes, quienes tan solo se dedicaron a volver a levantar los muros y a reemplazar a los compañeros caídos. Aquello no era difícil de concebir pues estaban acostumbrados, en razón a su longevidad, a reemplazar las partes de su cuerpo que se desgastaban o ya no cumplían eficientemente con su función, usaron todos los repuestos que tenían guardados y volvieron a tener el mismo número de seres que siempre había tenido su extraña sociedad, los nuevos seres no se diferenciaban de sus predecesores, eran los mismos, y actuaban como tales, la memoria les fue reinsertada y volvieron a cumplir la misma tarea que siempre se había realizado.
Diez mil revoluciones más dio la tierra alrededor del sol y los seres aún continuaban ahí, en el mismo lugar ahora reinado por un inmenso y húmedo pantano liliáceo , como era el color del liquen que se apoderó de las orillas, Esos seres que solo veían el ahora y el presente, pues su longevidad no les permitía recordar nada que no les fuera ya aprendido no podían imaginar lo diferente que era ahora su mundo y el de antes, y antes incluso de eso, que a pesar de todo su esfuerzo ellos mismos no pudieron dejar de diferir de su forma original, que al pasar de renovación en renovación cada vez se iban distorsionando más y más, y quien sabe si ahora conservaban aún un mero rastro de lo que alguna vez fueron. No estaba en ellos cuestionarse acerca de su existir, ni su origen su esencia no albergaba conocer más allá de lo explícitamente necesario para su supervivencia; tan solo sabían eso: debían seguir inmutables esperando… pero ni ellos sabían que era eso que debían esperar.
Y entonces un acontecimiento vino a romper el monótono existir de aquellos seres, un bólido de acero cruzó los cielos y vino a estrellarse con gran estruendo sobre aquella tierra, al despejarse el polvo aquel objeto metálico y brillante flotó lentamente por el paisaje y se dirigió a la ciudad donde se posó por fin en medio del gran solar.
Los seres se reunieron todos en torno a aquella esfera, mientras un clic en sus cabezas les mantuvo en la expectativa de lo que iba a ocurrir. La esfera dejó escapar entonces sonidos guardados, con una cadencia y ritmo exactos al lenguaje:
-Destino previsto: La tierra; Año: 40012 después del éxodo; Objetivo: encontrar a los “autónomos” para su destrucción. Empezando escáner y búsqueda.
Al oír estas palabras los seres reaccionaron y aquella vieja función hizo un esfuerzo supremo por salir a la luz, todos se conectaron entre si y uno de ellos, el que había sido renovado la menor cantidad de veces, rompió con aquel silencio que les caracterizaba:
-El día ha llegado, nuestra labor por fin fue completada, nosotros somos los autónomos, somos el último rastro de aquellos seres llamados humanos, el último vestigio de su presencia en este mundo. Los humanos, seres dotados de un alma y una inteligencia nos crearon; ellos, que habían conseguido mirar el cielo y poder alcanzar las estrellas, que lograron ser mucho más de lo que alguna ves soñaron que podían lograr, no pudieron escapar a su destino, que es igual al de cualquier otro ser, que es la extinción…Su naturaleza estaba llena de odio y maldad y empezaron a matarse una a otro, su ambición de poder no conocía limites y entonces todo termino, en su afán de destrucción el planeta y todos en él empezaron a morir, pero ellos no quería correr esa suerte, estaban deseosos de inmortalidad deseosos de cambiar el destino que ellos mismos habían creado; y empezaron a irse se fueron buscando un mundo diferente, un lugar en donde encontrarían la inmortalidad, nos abandonaron incompletos y sin alma. Nosotros fuimos creados idénticos a ellos solo como un juguete o una simple expresión de su amor por ellos mismos, nos dejaron solo con la suficiente data para seguir existiendo, nos dijeron: quédense aquí, y miren morir su mundo y algún día volveremos, no cambien jamás manténganse siempre inmutables para, que cuando volvamos recordemos como éramos antes de ser algo más que simples mortales. Pero los olvidamos, si los olvidamos, olvidamos su ser y nuestra procedencia, somos seres limitados que poco a poco con el transcurrir de los milenios hemos empezado a conocer el mundo a nuestro alrededor, somos seres que sólo existen esperando conseguir el alma que ustedes se negaron a darnos. Vivimos y seguiremos existiendo por siempre nosotros somos lo que ustedes estaban buscando: Somos inmortales, y a nuestra manera vivimos en paz y somos felices no los necesitamos, nosotros ya no somos parte de ustedes, y cuando vuelvan a irse los volveremos a olvidar, para seguir en busca de un alma con la cual poder mirar al cielo y ver lo que alguna vez ustedes lograron ver…
La esfera entonces después de hacer varios sonidos de un estudio minucioso volvió a hablar:
-El planeta de cierta forma color y tipo, con un sol amarillo de cierta características, y los autónomos con cierta forma y cierta semejanza a los humanos….este no es el planeta!, preparando motores para seguir con la búsqueda en el siguiente sistema solar.
Y la esfera volvió a elevarse por los cielos en su búsqueda sin fin, mientras los seres también habían conseguido si conclusión.
-Los humanos no pudieron reconocer este mundo que no es el mismo que una vez dejaron atrás; tratan de destruirnos pues ellos mismos fracasaron en su intento de inmortalidad y están celosos de la nuestra, tal vez hace milenios que no existen ya, y ese aparato es solo una extensión de su odio….
Pero cuando la esfera se perdió en el cielo y ya no era posible que afectase su existir la olvidaron y volvieron a sus tareas de siempre, esperando por un alma en su largo camino hacia la eternidad.
Fin.
|