tu_risa

KOLAK

El cuervo alzó sus alas, voló desordenado posándose sobre la tapia, se alisó con el pico su plumaje azabache, y tras unos parpadeos llenos de cuidada actuación, caminó cuatro pasitos hacia la derecha. Desde ahí recibiría el abrazo del sol completamente.

Posteriormente llegó hasta la abierta ventana anaranjada, se quedó quietito y pensativo, observando con una mirada que parecía decir: ¡hoy haré una diablura!.....aquella frutera de cristal, llena de manzanas de piel deshidratada, bananas ennegrecidas y duraznos goteando sobre la mesa por la que avanzaba lentamente un dulce hilillo que caía al suelo formando un charco rosado.

Los rayos del sol se proyectaban como chispitas sobre las paredes del azulino cuarto, haciendo relucir el antiguo amoblado al recibir los reflejos del brillo diamantino.

Kolak efectuó un lento planeo, como queriendo beber esas brillantes gotitas con su pico entre abierto. Su vuelo terminó sobre la chimenea polvorienta. Nadie había hecho el aseo por lo menos en un mes. Permaneció un instante sobre la chimenea, picoteando de vez en cuando los velones color verde musgo.

La tarde comenzó también a gotear su color adamascado. Kolak feliz con esa vida tan perfecta, sacudió su plumaje y distraidamente voló hasta el comedor para saciar un apetito que comenzaba a roerle las entrañas.

Caminó sobre la mesa de caoba hasta llegar a la copa de cristal que aún mantenía su contenido de color aguindado, dispuesto a saborear algún alimento. Parado sobre la inerte mano, miró fijamente la cara de don Néstor, que hace un mes exactamente, caía sobre la fina vajilla, fulminado de un ataque al corazón.

Kolak limpió su pico en su plumaje y acercándose al pálido rostro inmovil, lo observó como pensando:

– ¡Hoy me toca vaciar el ojo izquierdo! –

Y comenzó lentamente su tarea, dejandose oir en el aire solamente un chasquido de piel al ser rasgada, mientras poco a poco comenzaba a quedar vacía la enorme y sanguinolenta cuenca izquierda.
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dreamcatcher

Largas son las noches, que a la espera del tiempo, me acompañan. Igual de largos son los días, en los que vivo con la agonía de no haber disfrutado de nada. Pues doy cuenta de que estoy solo, de que esa persona a la que acabo de asesinar no era nadie. Que el reflejo que vi en sus ojos, no era otra cosa que un traje, que ya no existo. No hay pena en mi alma, ni signos de dolor en mi cuerpo. Hace tiempo que mi vida perdió la gracia y ahora.
¿Quién es el muerto?

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dreamcatcher

Fiebre de domingo por la noche. No hay planes ni nada, mejor tirarse en la cama. El teléfono suena y parezco despertar. El llamado inesperado y se lo que me van a contar. No son cuentos ni fantasías, se trata de esta hipócrita vida.

Las palabras desgarradoras se impregnan en mi habitación, lleno de sangre el colchón. Una cara que hace burlas y la más triste sensación. Como la soledad nos arrincona en el corazón. Un alma palpitante se larga a la carrera, nunca pero nunca llegara a la meta.

El cable a tierra se corta, hay interferencia. El alcohol, los cigarrillos, las drogas, no me consuelan. Camino haciendo círculos, de acá para allá. Piense lo que piense, no lo puedo interpretar. Por que el dolor mata a la gente, me hacen suspirar.

Reuniones falsas, todos dispuestos a mostrar que acá no pasa nada. Noticias en la televisión, mejor lloro en el balcón. Lagrimas a medio salir, una promesa que nunca existió.

Velatorio, entonces después de todo, una llama se apago. Personas reunidas a una misma suerte, pasos lentos y pesados. Nadie llora en los balcones, todos muestran los presagios. Palabras que nunca debí decir, acciones que nunca quise vivir. Besos y abrazos, moneda de cambio. Todos de brazos cruzados.

Con un vació en la cabeza, subo a despedirme. Lo único que me separa de la muerte, son unos metros. El ataúd, abierto. Verlo, no me produce nada, podría llamarse paz. No me atrevo a decir nada, me adentro en mi mundo, donde nadie me puede lastimar, cuantas cosas que nunca voy a explicar.

Después de todo, el reloj vuelve marcha atrás.