Héctor es conocido como “el poeta sin alma”, vive en Barrancas, ha escrito las líneas más interesantes de los últimos cincuenta años, se lo considera el futuro gran escritor encargado de devolverle a la literatura su lugar de grandeza, lo que se dice es un genio contemporáneo.
No escribe de la forma convencional de los poetas: no hace historias de desesperación, ni explica con demasiados firuletes sus ideas, sino que va directo al punto, expresa todo tal cual lo quiere hacer, y lo que cuenta es algo que puedes ver en el día a día, sin embargo la crítica está segura que los versos de Héctor contienen mucho más de lo que en verdad se ve de ellos, por ejemplo:
"el perro salió a la calle hoy/ caminó mirando hacia todos lados/ esperando para cruzar al otro lado/ donde lo esperaba su compinche"
Los críticos que éstas han sido sus líneas más brillantes en años, al parecer el perro representa al diablo, la perdición, y también el desespero, y al mirar hacia los lados está mirando a la humanidad, condenada a ver también al perro, y a escapar de él si esto es posible, y como espera para cruzar a ver a su compinche, (¿Dios?) es porque en determinado momento se cruzarán los caminos de Dios y del diablo y se librará una batalla apocalíptica.
Héctor no emite opiniones sobre tales comentarios, según sus propias explicaciones, fue lo primero que vio al levantarse un día de mañana, pero eso solo lo saben los vecinos de Barrancas, un pueblo perdido lejos de donde se escriben tales ideas y aún más lejos de las personas que se dedican a escribirlas.
Es muy respetado en la comunidad, desde chico asombró su capacidad para captar tanta maldad en pocas frases: "la gota manchada cae sobre el girasol", frase que escribió a los 9 años, sobre lo que vio que pasaba cuando su madre colgaba la ropa en una cuerda alta por encima de las plantaciones de su abuelo, simboliza como toda la ira y el mal corroen lo precioso de la naturaleza.
Estoy yendo a visitar a Héctor por un pedido personal a mi editor, no podía perder la oportunidad de conocer a tan ilustre persona, cuando llegué a las afueras de la cuidad empecé a buscar a alguien para pedirle referencias para llegar al bar "El Tincho" donde suele pasar sus tardes, vi a un paisano con pantalones bastante sucios, botas de trabajo y un sombrero de paja y paré a su lado, le pregunté dónde quedaba el bar y me dio las indicaciones, bastante precisas por cierto, y me fui hasta el bar. Una vez dentro pregunté por Héctor y me dijeron que en cualquier momento se venía al bar.
Durante la espera me entretuve escuchando noticias locales a través de los comentarios de tres que al parecer pasaban todas las tardes juntos: el Zoilo, el Carlitos y el dueño del bar don Zerafino, quienes al parecer conocían todo el movimiento de la cuidad desde las ventanas que tenía el bar, a pesar de la descomunal suciedad que tenían porque el bar daba a la ruta que era de tierra, por lo que se armaban grandes polvaderas que ensuciaban todo lo blanco que se puede ver.
Héctor me lo presentaron cuando llegó y resultó ser aquel que me había dado indicaciones hacia el bar, y yo no podía creer que no hubiera escuchado con más atención a aquellas palabras que me había dicho él, ya que de seguro tenían algún mensaje que una persona normal como yo no podía haber entendido.
Le conté que venía de la capital porque me interesaba hacerle una entrevista para la prensa de allá, para saber cómo habían sido sus primeros años como escritor, de donde sacaba su inspiración y cómo llegaba a tal profundidad con todas sus líneas, le regalé un paquete de tabaco de primera calidad.
Fumando el tabaco que le había regalado hace un rato Héctor me contó que él escribía sobre lo que veía y nada más, que lo había hecho desde los nueve años y que no había parado porque lo entretenía escribir. En eso entró un veterano que se le acercó y le pidió que se arrimase a su mesa cuando terminara conmigo, que tenía una tarea en la que podía ser útil.
Prosiguiendo con su idea me dijo que su madre había mandado sus primeros poemas a la prensa de la capital porque un primo lejano tenía un diario chico y que cuando lo publicaron se armó gran escándalo porque sus textos al parecer hacían recordar a los grandes escritores, hacían llorar a los mejores y le llegaba al corazón de los críticos, que desde ese día lo siguen queriendo.
Le ofrecieron dinero, le ofrecieron una casa en la capital, pero él prefirió quedarse en su querencia que allí estaba pasando bien, y tenía el mismo trabajo de su padre, era changuero de los más trabajadores como él mismo se definiera, y esperaba casarse el año entrante.
Despuntaba el sol cuando le dije que mejor me iba, que ya era tarde, y me dijo “aguántese que le escribo algo”, y acto seguido escribió sobre una servilleta:
“Hombre de cuidad que aparece por el campo/ a conversar conmigo/ mientras el sol se esconde y las bebidas pasan por la mesa/ gracias por este momento y por el tabaco/ y aparézcase cuando quiera”.
Ya llamé al editor, dice que consultó con los literatos y esas líneas son muy jugosas, contienen una gran cantidad de significados ocultos y promesas, hablan del amor, la religión y también del propio futuro de la humanidad, eso me puso muy contento, lo más seguro es que gane un premio por haber obtenido esas líneas del más grande de los escritores de nuestros tiempos según los que saben de ese tema llamado literatura.
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