No solo una historia, no solo un sentimiento, no solo un destino, sino algo mas haya.
En un lugar mas distante que un sueño, se encontraba la domadora del viento, la soberana de las azucenas, la dueña de todo aquella que se jacte de ser hermoso, pues ella lo era.
Inigualable era su figura, su rostro indescriptible, tanta belleza era producto solo de la imaginación del creador.
Por fuera líneas delicadas, por dentro la mano dura de una soberana que llevo a todo el pueblo de los sueños a un destino lleno de placeres y lujos pues ella con la inteligencia y astucia, pudo vencer a lo temible de las tinieblas.
¿Por qué esta entonces caída, por que no baila como solía hacerlo, por que no goza de su magnificencia, cual es el motivo de su desolación?
Los magos lo pronosticaron, lo vieron en una de sus visiones. Llegaría el día en que las flores no abrieran más.
Un joven luchador de las batallas infranqueables, se lamenta por igual, pues su jardín, lo único que poseía se había ido con el último suspiro de la noche.
Nadie supo que había pasado, pero el reino colorido ahora tomaba matices grises.
La soberana sin embargo la calma mantuvo y siguió en pie, aunque le destrozaba ver ese paisaje abrumador.
Tal vez era una venganza de los fantasmas que habitan las pesadillas, o fue que la gente se había cansado de tanto goce.
La verdad solo fue conocida por el oráculo.
El lo sabía, lo venia pronosticando hace algún tiempo, la esperanza de hallar algo mejor desalentó a los pobladores, la fe se desapareció, se marchó, ya nadie tenia por seguro lo que antes daba por hecho, la duda y la apatía eran ahora los que reinaban en el pueblo que alguna vez tuvo un sueño cálido. Incluso la princesa se les había unido, pero ella perdió algo mas, perdió el fuego que mantenía viva la ilusión del amor, perdió la entrega por su credo, por sus ilusiones, el miedo penetro por los gritos de desesperación de su alma, llegó sin avisar, y ahí se quedo.
El miedo la mantuvo inerte en un espacio dominado por las sombras.
Bufones, príncipes, juglares, todo tipo de compañía, todo tipo de regalos, fueron entregados a la soberana, pero nada hacia cambiar ese estado.
Solo ella podía sacar esos demonios, solo cuando se diera cuenta de lo que tenía a su alrededor, todo volvería a la opulencia que ella misma creo.
El joven, escucho los intentos por reanimar a su querida princesa, así que también se apunto al esfuerzo inútil.
Bajo su cama en un rincón infranqueable, estaba la solución, una llave, una llave que abriría su tesoro mas grande, algo que solo el poseía.
Con un gran sacrificio abrió la caja que resguardaba su mas preciado objeto.
Lo tomo y lo envolvió en una caja de cristal pues no era para menos.
La reina yacía sin movimiento, sin el fuego que la caracterizaba, cuando el joven entro con su caja de cristal y su atuendo mal cosido.
Frente a su soberana, abrió la caja. Sorprendidos estaban todos los presentes, como ese joven tenia algo así en su poder, seguramente era obra de su imaginación, no podía haber sobrevivido nada a la oscuridad, ni mucho menos al paso de los jinetes de la devastación.
Pero si en verdad lo que estaba ahí, si era real.
Un botón, sostenía en su mano, el botón de un tulipán que había sobrevivido al mal tiempo. El joven sabía que eso lo podría llevar a gobernar todo el reino, pues el en su mano tenia el color, y aparentemente sabia como diseminarlo, pero aun así decidió entregárselo a la doncella.
No lo había rescatado de las sombras, sino que este era un botón especial, pues era el fruto de su amor, de todos los sentimiento que pudo guardar por aquella que un día le robo el corazón y que ahora parece estar dentro del cuerpo de algún demonios que le encante devorar corazones buenos, ilusiones, pasiones.
Los vividos colores eran fruto de sus sentimientos, su alma estaba proyectada en aquel objeto, sus ilusiones, sus sueños, sus pensamientos, todo estaba ahí, frente a la chica hermosa que los saco de la miseria de la nostalgia.
Se lo entregó, esperando que algún día abriera, pues solo el amor puede hacer que florezcan los tulipanes.
Dicen que el tiempo malo se fue, y todo lo que el color gris se marcho para nunca volver jamás, a donde quiera que uno volteara los colores ahí estaban, de nuevo el reino gozo de la belleza inigualable de los sueños, pues el tulipán dejo ser botón.
Al joven no se le vio mas, por ahí, pues tomo la forma del viento para ser libre, para poder llevar el amor a los botones de cualquier flor, para embellecer el paisaje de su reino.
Desde entonces, se dice que cuando un botón abre, es por que el amor esta presente en la persona que lo regalo, pero mas en la persona que lo recibe. Tal vez tarde algún tiempo, pero si en verdad es un sentimiento puro las flores volverán a tomar el paisaje para llenarlo de los mas grandiosos colores, los colores de los sentimientos.
Ser ahí.
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