Viernes de otoño, un reloj de pared marca las 5 y diez de la tarde. En un bar con luces difusas que le otorgan una sensación de privacidad, las cortinas le tapan los ojos al sol. En su interior, acogedor, regocija un agradable olor a café. Parece un templo por su serenidad y sus murmullos. Hay varias mesas ocupadas, la mayoría por parejas, pasando la barra de impecable madera que luce fulgores de bronce, en una de ellas, la mas escondida, una gaseosa a medio terminar y dos vasos, acompañan a cuatro manos entrelazadas suavemente que juegan inquietas prodigándose caricias, las miradas de sus dueños se funden en lo mas profundo. Y como si estuvieran frente a un espejo se hacen gemelas sus sonrisas de infinito placer. Parecen estar dentro de una burbuja, abstraídos del mundo exterior y de las miradas indiscretas.

Con tímida voz, él dice - ¿Sabés? Yo... yo.. te quiero desde la primera vez que te vi, cuando llorabas en silencio y no me animé a acercarme,.. ¡estabas tan linda! y cuando me miraste detrás de tus lágrimas ¡me iluminaste con el brillo azul de tus ojos! ... ¡Me pasaría horas solo mirándote! -

Con sus mejillas sonrojadas y halagada por esas palabras, que hacía tanto no escuchaba, responde, venciendo la rigidez de su garganta:
- Yo también... te quiero, me siento protegida por vos, a tu lado siento alegría y un cosquilleo como de burbujas, raro, lindo, en todo el cuerpo -

Al oírla tiembla de felicidad y se le ilumina el rostro -¡Me gusta estar con vos! no sabés lo que me cuesta volver a casa, debemos tratar de pasar más tiempo juntos -

Ella con un dejo de tristeza baja la mirada - Tal vez no sea posible, cada uno tiene sus compromisos. Yo tengo que llegar a horario a casa para evitar sospechas, nunca me imaginé capaz de hacer algo sin que él lo supiera - e ignorando unas miradas impertinentes, le acaricia una mejilla, ese contacto los estremece como suaves descargas eléctricas.

- En mi hogar me siento sola, ya nada es como antes, se acabaron los mimos y las palabras tiernas, sólo en la cama hablamos de vez en cuando, con vos es todo distinto, me siento una verdadera mujer -

- Entonces, no debemos seguir escondiendo esto tan lindo, me cuesta fingir cuando te miro, ¡creo que nuestros compañeros, algo sospechan! –

- No puedo! Tengo miedo hasta de dormirme por si pronuncio tu nombre soñándote, es tan lindo imaginar que compartimos nuestras cosas, y que caminamos solos abrazados, sin que nadie nos mire como bichos raros... ¡sin que nadie nos recrimine.! -
Una tímida sonrisa adorna sus labios y con la mirada perdida se queda en silencio, imaginando su anhelo.

- Tenés que decírselo, no es justo que vivas soportando tantas presiones, ¡los horarios, las tareas en la casa, la rutina...y los golpes! Ay si lo sorprendo golpeándote, aunque sea un gigante, te juro, que lo...!! -

Lo interrumpe cubriéndole los labios con sus dedos y preocupada, trata de tranquilizarlo, - No, mi amor, no pensés así, no tengo coraje para contarle lo nuestro, ¡se pondría como loco! y tal vez con razón... Sé que me quiere a su manera, si lo dejo se quedaría completamente solo, soy lo único que tiene –

- Pobre mi amor, si viviéramos juntos te cuidaría, te mimaría, nunca discutiríamos como esas parejas que se reprochan engaños delante de sus pequeños hijos, sin importarles lo que sufren... ¡Falsos!.. y luego les exigen que sean respetuosos!...Por eso estoy dispuesto a que enfrentemos a los nuestros y les digamos la verdad, que no queremos estar escondiéndonos, que no sentimos por ellos lo que sentíamos, ¡me da tanta bronca tener que mentir! -

Con una mezcla de sorpresa y temor, como idolatrándolo, trata de apaciguar su ímpetu - Tranquilo, mi amor, bien sabes que casi nadie acepta, este tipo de relación, distinta. Tenemos que esperar, yo nunca dejaré de amarte!... No me gustaría que tu familia ni la mia, sufran, al fin y al cabo no son tan malos, tal vez no se dan cuenta que nos postergan por sus ambiciones materiales, sólo espero que nosotros nunca seamos como ellos...-

Unas lágrimas ruedan por sus mejillas, y él se las quita con su mano, la acerca a sus labios y las lame como queriendo calmar su sed de amor y justicia. Una gran impotencia cierra sus ojos, apoya su frente en la mano que cobija con las suyas, mientras ella acaricia temerosa sus cabellos.....de pronto, siente temblar esa mano como un gorrión herido... levanta su vista y ve reflejado el espanto en esos ojos azules, desorbitados, clavados en la puerta del bar... gira la cabeza... y aterrorizado, observa a ese hombre enorme, cegado de furia y de celos, que se acerca amenazante, como una fiera.
Un temblor pálido y frío lo pega a la silla, pero, con un desconocido sentimiento de coraje suicida, de entrega total, salta venciendo el estremecimiento de sus piernas, oscilantes como flan, y se interpone entre su amada y esa avalancha hostil de orgullo herido.
Con su pensamiento "a mil", teme lo peor,... en un pestañeo, una manasa, como garra, lo aparta de la mesa y la toma a ella violentamente del brazo, zamarreándola y arrancándola de la silla, mientras el trueno de una voz potente y grave, que hace trizas el silencio y la tranquilidad del lugar, aumenta la humillación del momento:
- ¡Mocosa de porquería! la maestra y la directora los andan buscando!... ¡Cuándo pases a 5to grado te voy a cambiar de colegio!... esta es la segunda vez que no entran a clase, ¿¡que diría tu mamá si estaría viva!?... y vos mocosito, aprende a limpiarte los mocos, antes de hacerte el noviecito, ¡ya hablaré con tus padres! -
Vociferando insultos y cientos de amenazas, se aleja con la niña sollozando y colgando de su brazo, casi sin tocar el suelo.
El niño pálido y tieso, avergonzado por las miradas burlonas, ve, que antes de desaparecer detrás de la puerta, la niña vuelve su mirada húmeda y con sus labios gesticula un sordo "te quiero".


Yose