Acabo de terminar la película. He llorado tanto que por fuerza tuve que usar el pañuelo que tenía liado al cuello para secarme las lágrimas y sonarme los mocos, para colmo era el mismo que llevaba puesto mientras comía las palomitas y ese cono de chocolate con nata dentro (dieta mediterránea ¿no?) por lo que ahora tengo los ojos llenos de pequeños trozos de comida e irritados por la goma de las gafas que uso para nadar. En el agua se está bien, uno sólo piensa en mantenerse a flote, no piensa en las macetas que están sobre las mesas altas del bar de la esquina, ni en cómo se mojan cuando llueve o en que nunca llegarán a crecer porque nadie se preocupa por ellas. Parecen menta ¿lo serán? quizás nunca llegue a saberlo porque no bajo del autobús en esa parada. En el agua, los problemas como el cuerpo pesan menos, brazada a brazada los vas dejando atrás, asegurándote con la espuma que hacen los pies al moverse mientras se pierden para nunca más volver en el fondo de la piscina, el mismo fondo en el que un día se quedó la llave del candado que cierra la taquilla. A veces, no sabemos darnos cuenta de la importancia de las cosas hasta que las perdemos o no damos cuenta de ésta cuando aún no hemos tenido esas cosas por lo que, cuando llegamos a tenerlas, ya la hemos olvidado y caemos en los errores que nunca debimos. Errar es de sabios dicen algunos, más bien de humanos.
Cuando terminas una película de este tipo te planteas si de verdad la gente piensa lo que piensa, si de verdad tú te estás preocupando por lo que ellos piensan o no es más que un pasatiempo, algo ocasional que dentro de unos minutos o una horas no te interesará para nada. Los problemas ajenos nos llaman la atención porque los vemos como películas, unas veces tristes, otras alegres y otras muchas nos hacen reír por lo absurdo, lo cómico o lo inexplicable. Parpadeamos cuando oímos hechos sorprendentes como si nuestros propios ojos, inconscientemente, se negasen a dejar entrar esa ajena realidad inexplicable. Los ojos son el espejo del alma, también la entrada si es que tenemos alma, por eso cuando nos despertamos por la mañana nos lavamos la cara y los ojos, para tener limpia la entrada del alma como la puerta de la casa de la Ratita Presumida que se pasaba el día barriendo mientras esperaba a su gran amor, porque amor, por si no lo sabéis no hay más que uno, creo que fue por llevar la contraria a la mayoría por lo que me empeñé en hablar de “los amores de mi vida”, uno nunca sabe hasta dónde va a llegar por llevar la contraria a los demás. Llevar la contraria es como conducir en contramano por uno carretera, los coches vienen de frente haciendo cruces de luces y tú te empeñas en ir por el camino que no te corresponde, por el camino no señalizado…la mayoría de los conductores negligentes acaban muertos o en la cárcel…sobre gente que muere defendiendo sus ideas mejor no hablar, me entran arcadas. Sin embargo, uno puede andar de espaldas por la piscina, eso es bueno para las rodillas y menos doloroso que morir, puedes observar lo que hacen los demás, es ideal para chocarse con la barriga del hombre que viene en sentido contrario y al que no ves venir nadando a brazas…el cine y el agua deben tener algo en común, en mi caso, ambos me hacen flotar.
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