incoherencias y estupideces

Qué elegancia, la de la sufragante asquerosidad. Uno que vive socializando tiene que verse con tremenda virtud. En momentos de gran densidad hay algo galopando en medio de nosotros, una morbosa misantropía. Muchos se han creído iluminados por ello, y en mi, como en muchos, la humildad no es mi fuerte. Por esto, y porque además soy un tipo rencoroso y deprimido he terminado así.
En mis días, que yo estaba de moda, fue cuando más odio tenia al mundo. Me vestían, me comían, me veían, me leían, me escuchaban. Yo con estupor lancé las más canallescas repugnancias frente al mundo para que se callen. Las criticas me elogiaban, y eso me produjo un profundo miedo. Es por eso que con el tiempo desaparecí, envolviéndome en una obscura niebla de ignorancia, de alcohol, drogas, y otras virtudes por el estilo.
Los medios me eran ajenos a mí, ya no era ¡Qué felicidad la mía! Miles de seres ignorándome.
En los suburbios de un todo conglomerado, y bien concentrado. Esta sociedad, que se iba fermentando, y yo bebía lo mejor de ella.
Las putas entregadas al martirio de ser, en medio de un clima viscoso y áspero. Grandes trajes, condenas de oro y mucha religiosidad, en sus modos de denigrar gente, pasaban por mis calles. Hombres y mujeres vendidos y vendiendo, orgías macabras fundiéndose en gritos, humedad, y dolor. El placer pisaba lo mas fuerte posible en mis tierras. Muchas veces conversé con él, y mucho me sorprendió su noble discurso ¡El mundo sé coherentizo!, palabras textuales de un ser que tanto amé. Tanta lógica y coherencia, tantos pasos, tanto predecir, tanto saber que iba a hacerse, termino por fulminar al hombre, al punto de inmiscuirse aquí, en la senda de un infierno, o un cielo, según el tiempo en que se viva. El sadismo reprimido y la perversidad reprimida, explotan en mis orgías. A veces la sexualidad extrema, deja atontadas a gente que tiene que funcionar, en un mundo donde las drogas tomaron parte categórica del poder.
He tomado tantos cuerpos como pude, como éste, que en este momento escribe sin parar, eternamente escribiendo incoherencias y estupideces. Nadie se puede salvar, por mas cristianismo, puritanismo, botulismo, por mas moral o por más sistema que tenga subsumido a todos los seres en el extremo ordenamiento. Nadie se salva. Y en algún momento todos estallan.
No me nieguen, que a la hora de reventar, el dolor sea más grande.

Sucios estropajos
pero son al fin
gracia desmembrada