Hubo una vez dos hombres que podrían haberse contado el mismo sueño...
María Brumosa.
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El Hombre que temió.
"Vladimiro Rosas perdió el ancla" - así dijeron sus más cercanos amigos mientras Vladimiro jugó a que los colocaba cuidadosamente en un barquito de papel que se fue por un riachuelo en una tarde después de la última gota de lluvia y efectivamente (efectivamente) como que dio resultado porque así pareció serlo. A pesar de los resultados obtenidos mediante tan sencillos gestos Vladimiro temía, maravillado, por su salud mental. Cuando se curo de ese temor tan enlazado con el lenguaje más usado de este mundo, su temor se convirtió en un otro más profundo y más serio: Vladimiro temía por su alejamiento de este mundo. Y es que Vladimiro parecía, se sentía, como una máquina de hacer cuestionamientos y de encontrar en el fondo de su corazón, entre las carreteras de su cerebro ahí donde crecen los maizales, las más absurdas respuestas que pronto se convertían en intuiciones y convencimientos que lo obligaban a apartarse de la funcionalidad requerida para sentirse parte de este mundo, mientras se encontraba entrando en otro.
Si pudiéramos eliminar el tiempo, la cronología, las horas y los días y quizás también las distancias, Vladimiro no estaría solo en sus descubrimientos. Y como Vladimiro sí podía eliminar el tiempo y las distancias, Vladimiro no estaba solo estando solo. Pero aprendía, porque recibía, si no compañía, por lo menos acompañamiento. Las sensaciones son reales - Vladimiro lo sabía y no lo temía, su temor era otro. Como Vladimiro respondía con sus propias sensaciones a las sensaciones que sentía, éstas pronto se convertían en sensaciones serias que muy pronto se convertían en cosas capaces de dirigirse a su intelecto. Vladimiro no sentía que sabía solo. Hizo mil preguntas y de pronto "comprendía" las respuestas. Todos los seres vivientes tienen energía y esta es capaz de ser alimentada cuando no es gastada, hasta crear una forma. La Voluntad es un ejercicio que puede ser "obtenido". La "forma" es la que se desea darle a la propia fuente de energía. Vladimiro supo, solo, que podía darle una forma a su propia energía y expropiarse de ella, como un ser que bota burbujas por la boca y luego las sopla para que naveguen en el aire como cargas magnéticas que buscan lo propio o lo distinto con lo cual amalgamarse. Vladimiro era un Demonio, porque son pocos los capaces de expropiarse de la propia energía que mediante un ejercicio de Voluntad generan. En un comienzo cerraba los ojos y la seguía, ablandaba su mente y la sensorialidad recibida se convertía en temas e imágenes. Imaginaba. Imaginaba y sentía al mismo tiempo sucesos, encuentros, mentes, vidas y a veces paisajes sin ningún esfuerzo que le producía cambios en la energía de su cuerpo (de su esqueleto energético). Pero después abandonó el seguimiento y sencillamente enviaba energía al aire sin seguirla, a veces a borbotones y, sin preocuparse por ver más en su pantalla mental, no dejaba de sentir los cambios en su cuerpo; cambios en la animosidad de su espíritu por dentro que por saberlo podía controlarlos y atestiguarlos sin dejarse influenciar por ellos. La tristeza era un encuentro amistoso con la tristeza, el consuelo, la tranquilidad, el llanto por dentro... la gente, la gente soñando o sintiendo, los sueños, terreno existente. Pero otras veces eran unas exaltaciones tan locas e intensas que solo podían significar encuentros con locos viejos amigos o con amistosos desconocidos magos reales que notaban la presencia de su energía expropiada y gustaban alimentarla cada cual a su manera. Era en estos últimos casos cuando aparecían las más "felices" visiones de vida en otros planetas y terrenos del espacio, lugares hechos de conciencia habitable. Porque en absolutamente todo lo que se mueve, vive y muere, por mucho tiempo que sea, hay sensación y conciencia, tanto por ejemplo el girar de la Luna alrededor de la Tierra, Vladimiro sabía - porque tuvo la suficiente energía para percibirlo - que éso es "persona". Y Vladimiro inmenso, se sabía otra persona. Así que, en la medida en que ocurría un encuentro, encontraba "aquel" terreno para eso, el único terreno posible para cada caso particular, el terreno para eso, para el caso y, a ese terreno Vladimiro lo sabía un Planeta a pesar de que la persona con la cual se encontraba bien pudiera ser4 otro planeta convertido en persona, porque todo ser es conciencia y, en todo lo que se mueve, vive y muere hay una sensación y una conciencia que era una persona que exógenamente se llamaba de una tal manera.
Vladimiro, creo, ha perdido sus temores, todos los elementos se conjugan de innumerables modos y maneras.
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