Los hombres grandes saben que deben ser muy delicados con su tamaño, caminar de puntillas para no despertar a los demás, tocar lo más suavecito posible, no hacer ruido, no llamar la atención y ser ligeros como una pluma que cae del cielo. Lo más propicio es que se conviertan en el anti de lo que son, de esa manera son capaces de continuar moviéndose por dentro. Si mover las espirales hacia la derecha - y están solos - es demasiado, deben aprender a moverlas hacia la izquierda, no les hará daño si ellos mismos son los generadores de sus propios movimientos.
Tomás era un gigante - tenía más de mil vidas y estaba aburridísimo - por sugerencia de una nube y de un dibujo propicio que chocó contra él accidentalmente decidió convertirse en una suerte de espantapájaros.
Como todos bien recordamos un espantapájaros es un muñeco de paja, si lo agitamos violentamente de él no queda nada y lo que queda desparramado se esparce con el viento.
Una cuestión es resolver un problema existencial y otra cuestión es resolver un problema energético, quienes sufren lo segundo regularmente han resuelto bien lo primero.
Bastaba con hacer girar las espirales hacia la izquierda como una galaxia que se está tragando a sí misma y que sin embargo continúa generando más material desde sí misma para continuar tragándose.
Un gigante lo único que desea es obtener las alas, para así hacerse la vida más fácil... resolver los problemas energéticos fácilmente desde otro planeta mediante sueños o despojo.
Un día un masoquista se encontró con Tomás y se lo quedó viendo y entendiendo la dificultad que Tomás acarreaba y le dijo que la solución a su problema consiste en no producir más y tragar las emanaciones que del propio Tomás brotan intentando mantener el giro hacia la izquierda... "Entonces tendrás tus alas, pero palidecerás un poco en un comienzo. Te llamarás a ti mismo "Tu cadáver", por lo menos en un comienzo, hasta que aprendas a vivir de nuevo con tus nuevas alas", y el masoquista se fue, invisible como una paloma, sin dejar huellas.
Aburrido Tomás se levantó, poco le importaban las alas, prefirió ser un hombre de paja, pasó una brisa y Tomás se esparció por todas partes.
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